Los Men in black desembarcan en Riga, Dublín y Lisboa

 

que se privatice el mar y el cielo,

que se privatice el agua y el aire,

que se privatice la justicia y la ley,

que se privatice la nube que pasa,

que se privatice el sueño sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos.

Y, finalmente, para florón y remate de tanto privatizar,

privatícense los Estados,

entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. 


 

José Saramago, Cuadernos de Lanzarote

 

El Dorado del Mar Báltico

"Basta con agacharse para recoger el dinero." Al menos esa era la convicción sobre los países bálticos - Estonia, Letonia y Lituania - de East Capital, una importante firma de inversiones.

Estamos en el año 2005. East Capital logra "rendimientos para ponerse celoso" durante el súper año 2003, ¡hasta el 62,9%! Un rendimiento de inversión por encima del 60%, eso es magia. "En los próximos años, el crecimiento aquí será uno de los más fuertes de la Unión Europea", profetiza tranquilamente el jefe de East Capital[1]. Y en todas partes se canta el mismo estribillo. Así lo resume un gran periódico financiero: "Los Estados bálticos son los mejores alumnos de la clase: pequeños, abiertos y liberales.”[2]

Estos alumnos destacados, los "tigres bálticos", logran entre 2000 y 2007 cifras de crecimiento de entre un 6 y un 10% anual, sobre todo después de unirse a la UE en 2004. Pero en 2008 el viento cambia de dirección. Durante las primeras ondas de choque de la crisis financiera, las economías de los países bálticos se desmoronan como un castillo de naipes. Se revelan como tigres de papel. En ninguna parte de la Unión Europea, la crisis ha sido tan fuerte y rápida. En Estonia, el PIB se redujo un 14% en un solo año, en Letonia el 18%, y el 18,5% en Lituania.

Después de la caída del socialismo y la economía planificada, los tigres bálticos se han convertido en el escaparate del capitalismo. Todos los sueños neoliberales se realizaron: impuesto a tasa única, no hay impuestos sobre el capital, libre circulación de capitales, etc. Estos países pequeños se han convertido en el nuevo Eldorado.

Cuando en la década de 1990 el capitalismo desembarcó en los países del Noreste, casi todo el dinero público pasó a manos del capital privado, dividido entre inversores occidentales y oligarcas locales, y reinvertido luego a elevadas tasas. Ya no quedaban grandes bancos nacionales. La mayoría de los préstamos fueron concedidos por bancos extranjeros. En Letonia, por ejemplo, la proporción de créditos en moneda extranjera - marcos alemanes, francos suizos, libras esterlinas y coronas suecas - fue incluso del 86,3% del total de créditos[3]. En definitiva, la economía letona se volvió totalmente dependiente del crédito extranjero. Y todos los voceros del libre mercado gritaban y daban saltos de alegría por el nuevo milagro económico.

Pero el dinero prestado no sirvió para invertir en capacidad de producción. Los países bálticos desarrollaron una burbuja inmobiliaria de proporciones irlandesas. Hasta el 80% de los préstamos se destinó al sector de la construcción. En comparación con 1995 la participación de la industria en la economía letona se redujo, en diez años, del 20,7% al 10,6%, Mientras que la proporción del sector inmobiliario y de la construcción creció de un 14,6% a un 26,5%[4]. La producción fue sacrificada por el consumo especulativo impulsado por los créditos hipotecarios extranjeros. El déficit de la balanza comercial pulverizaba records de año en año, especialmente desde la entrada en la Unión Europea. En el caso de Letonia, por ejemplo, este déficit llegó al 24,3% en 2007.[5]

La burbuja inmobiliaria desvió el dinero fuera del país, el interés de los préstamos fluyó hacia el extranjero, y el sector inmobiliario se mantuvo exento de impuestos. Riga introdujo un flat tax (un impuesto de tasa única, no progresivo) de sólo el 25% - una idea que Modrikamen Misael, presidente del Partido Popular en Bélgica, también ha tratado de "vender" en nuestro país - y el impuesto de sociedades cayó a un mínimo de apenas el 15%. La élite política desvalijó al país de sus recursos previstos para garantizar el desarrollo, la producción y la reconstrucción de la infraestructura pública, y dejó gobernar el país a los especuladores, creadores de burbujas financieras de todo tipo.

La economía estimulada artificialmente se derrumba en 2008. Registra un récord mundial. Los precios de la vivienda disminuyeron un 65%. El desempleo se disparó por encima del 20% y alcanzó al 33% de los jóvenes. El número de nacimientos se redujo a un mínimo histórico. Los letones abandonan su país en masa. Una décima parte de los 2,5 millones de letones parten en esta "migración de la desesperación", se van al extranjero en busca de un trabajo y condiciones de vida dignas. Las remesas de los trabajadores migrantes se han convertido en una importante fuente de ingresos para el país. Un fenómeno digno del Tercer Mundo. "La economía de nuestro país está clínicamente muerta", afirmó Ilmers Rimsevics,el entonces presidente del Banco Central de Letonia[6].

Tras el colapso, Letonia perdió inmediatamente el acceso a los mercados financieros. El país tuvo que llamar a la puerta del FMI y la Unión Europea. Acto seguido le fue concedido un "plan de supervivencia" de alrededor de 7.500 millones. Sin embargo, estaba sujeto a estrictas condiciones. Letonia fue uno de los primeros países en ser colocados bajo la tutela de la Comisión Europea y el FMI. Bien lejos Bruselas experimentaron medidas que, después, aplicarían también a Irlanda, Grecia y Portugal.

El autor alemán Andreas Wehr, escribe: "Bruselas dicta lo que debe hacerse en Riga. Si Riga no obedece, se detiene inmediatamente el pago de una parte de los créditos de emergencia. De manera que en junio de 2009, doscientos millones de euros fueron paralizados porque el celo con que se tomaban las medidas de restricción parecía debilitarse. Sólo cuando los salarios en los servicios públicos, a pesar de que ya habían caído un 15% en enero, se redujeron nuevamente en un 20%, cuando el IVA pasa del 18% al 21%, y las pensiones, ya nimias, se amputan en un 10%, cuando se redujeron drásticamente los presupuestos educación y salud, sólo entonces la Comisión Europea y el FMI, en su infinita misericordia, desbloquearon la cantidad esperada."[7]

Y mientras que los ricos de Letonia siguen cosechando salarios dignos de la realeza y bonificaciones asombrosas, mientras que los pensionistas deben sobrevivir con 150 euros al mes, y los maestros con 375 euros, una nueva ola de restricciones irrumpe de nuevo en 2010. Entre otras joyas, se  cierran la mitad de los hospitales del país. En el sector privado, los salarios disminuyeron considerablemente. Descensos del 50% no son infrecuentes en Letonia, mientras que el nivel de precios es casi tan alto como en Bélgica. El Gobierno letón ha acentuado aún más esta política de empobrecimiento al pasar el salario mínimo de 180 a 140 lats, es decir, unos 100 euros al mes.[8]

"El cerdo capitalista está de vuelta en Riga": en un cartel frente al Parlamento de Letonia, el mamífero rosado observa la avenida principal de la capital, sujetando al suelo con tenacidad entre las 4 patas un cofre lleno con dinero de los trabajadores. Al lado, los desempleados agrupados bajo pesados abrigos cálidos alrededor de un brasero. "Hace sólo dos años, esta demostración de clichés anticapitalistas no hubiera sido posible", escribe el periódico británico The Independent[9].

En enero de 2010, conocí a Alfred Rubik, el presidente del Partido Socialista de Letonia, en el Centro Internacional de Bruselas. Es un hombre agradable, alegre, modesto, y muy experimentado. Rubik también es diputado en el Parlamento Europeo. Entre 1984 y 1990 fue alcalde de Riga. Al continuar defendiendo el socialismo como proyecto de sociedad, fue encarcelado entre 1991 y 1996. La prensa occidental llamó a su partido "partido ruso", porque se opone a la discriminación de la importante minoría de habla rusa de su país - miles de personas que sencillamente carecen de ciudadanía, derecho al voto, o acceso a la propiedad.

"El gobierno quiere apagar el fuego de la crisis con gasolina, dice Alfred Rubik. ¡Las pensiones de los asalariados disminuyeron un 70%! Intervine al respecto en el Parlamento europeo. Al acabar, un diputado vino a mí: "los intérpretes obviamente han cometido un error. Usted habló de un 70%, ¿Aunque obviamente eso no es posible verdad?" Pero no fue un error de traducción. Y el presupuesto de educación se redujo en un 40%. En Letonia, ya han cerrado cincuenta y dos escuelas. En Riga, querían suprimir treinta, pero hemos sido capaces de limitar la pérdida a diez. Después de cada período vacacional, los niños preguntan si todavía pueden volver. Y en las clínicas, lo mismo..."

Con total serenidad, el Partido Socialista continúa su trabajo sobre el terreno: organizar, movilizar y crear conciencia. El 17 de septiembre 2011, ganó una victoria electoral contundente a la cabeza de la coalición de izquierdas "Centro de unidad". El Centro de unidad obtuvo el 28% de los votos, y hasta el 40% en Riga. "Sin embargo, todavía estamos en el comienzo de un gran cambio y ese cambio sólo puede venir de la propia gente", dice Alfred Rubik.

 

Los Men in black meten en vereda a Dublín

Irlanda se oculta lejos del continente. Hasta la década de 1980, esta verde isla de cuatro millones de habitantes todavía estaba impregnada con un resto de la Edad Media. Con la energía de la desesperación, la Iglesia católica trató de defender la fortaleza contra los ataques de los tiempos modernos. Pero cuando, a finales de 1980, el gobierno redujo el impuesto de sociedades al 12,5%, el turbo-capitalismo acudió a la isla celta. Las filiales irlandesas de las sociedades financieras internacionales se involucraron en aventuras llenas de riesgos financieros. Se beneficiaron ampliamente de las ventajas de Irlanda. El sector inmobiliario, los préstamos, las ganancias de los bancos, la corrupción, los beneficios fiscales, las manipulaciones de todo tipo: todo bullía... Casi nadie estaba pendiente de la isla de Tom Pouce, y el gobierno menos incluso. Dublín se había convertido en la meca del neoliberalismo.

Mientras tanto, el sector de la construcción se vio impulsado por la inyección de préstamos baratos. Cinco años más tarde, el sector representaba una quinta parte del total de la economía. En la católica isla ya hay más grúas que capillas. En su punto álgido, los precios de los inmuebles en Dublín superaron a los de Londres. Los préstamos, y por lo tanto la deuda, rebosaban, y los medios de comunicación lo equiparaban a la prosperidad. El economista Morgan Kelly, escribió un sorprendente informe en el que analizaba las burbujas inmobiliarias a lo largo de la historia. Parecía que el caso irlandés coincidía con todos los criterios de una burbuja. Pero el primer ministro del momento criticó a Kelly, y a la gente como él, tratándolos "gruñones que repiten los mismos estribillos, mientras permanecen sentados en sus sillas." Y concluye: "No entiendo porqué estas personas no se suicidan.”[10]

Irlanda se había convertido en un casino, en un paraíso para los tiburones inmobiliarios. Hasta que la burbuja inmobiliaria estalló con estrépito, en 2008, y las tasas de interés se dispararon. Como la gente no podía pagar sus préstamos, los bancos también se vieron en dificultades. El gobierno irlandés tuvo que nacionalizar gran parte de la deuda, mediante la inyección de 50.000 millones de dólares en el sector bancario, lo que representaba casi un tercio del ingreso nacional. Y acto seguido, el mercado, inflexible, dejó derrumbarse los precios de las viviendas. Las orgullosas grúas se convirtieron en fantasmas, casi tres mil obras de construcción fueron abandonadas, la mayoría de las casas quedaron vacías o a medio construir. Son decenas de miles de pisos, en los alrededores de las ciudades y pueblos.

Así se desarrolló la tragedia irlandesa, que hizo caer la renta nacional un 17% en tres años, el mayor descenso en un país occidental desde la crisis de los años 1930.

"Crecimiento intenso", "Asombrosa historia de éxito", "¡increíble!": los liberales de la nueva y la vieja escuela elogiaron el modelo irlandés durante años. Según los principales líderes del FMI, Irlanda era el verdadero ejemplo a seguir por otros países. En 2004, elogiaban "los rendimientos notables y constantes de la economía irlandesa. Dan una gran y útil lección a todos"[11]. El think tank liberal WorkForAll hablaba en 2007 de "éxito sin precedentes de la alternativa irlandesa, basada en la baja presión fiscal y la flat tax (tarifa impositiva única, no progresiva). El modelo irlandés también es realista y aplicable en Bélgica. ¿A qué estamos esperando?”[12]

¿Y la tragedia irlandesa? Entre 2008 y mediados de 2010, se aplicaron tres olas de austeridad, 14.500 millones de euros. En promedio cada familia irlandesa perdió la mitad de sus activos financieros y sus ingresos bajaron un 7%.

Durante todo este descenso, los ministros en Dublín prometieron a la población que la situación mejoraría, que la "pesadilla" nacional pronto pertenecería al pasado. "Estamos finalizando este período", aseguró el Ministro de Hacienda. Pero, en otro foro, lejos de su discurso público, el hombre sacó pecho: "Nuestros socios europeos están impresionados por nuestra capacidad para soportar el dolor. En Francia, ya habría habido disturbios."[13] El país fue un modelo de nuevo, pero ahora como campeón de la resistencia para hacer frente a los planes de ahorro. En todas partes, los vendedores políticos de fatalismo y los predicadores de resignación se llenaron de alegría cuando se refirió a la capacidad de Irlanda para soportar las dificultades. El Financial Times escribió que el Ministro de Hacienda británico llamaba por teléfono frecuentemente a Dublín para saber cómo lograba la coalición de gobierno de Irlanda cortar con motosierra el gasto público sin suscitar agitación social como en Grecia.[14]

Mientras tanto, la economía irlandesa continúa su descenso a los infiernos. Una cuarta parte de las familias que luchan con atrasos en los pagos y por lo menos la mitad son incapaces de hacer frente a un gasto inesperado de mil euros. Que el número de desempleados que recibe un subsidio por desempleo no llegue aún al medio millón en gran parte es debido al nuevo éxodo hacia el extranjero: cerca de seis mil personas al mes.

La siguiente escena muestra que, en la tragedia irlandesa, la resignación no resuelve nada, y que a quien tiene miedo se le impone algo aún peor. Porque después de tres olas de austeridad a finales de 2010, la tasa de interés de los bonos irlandeses llegaba al 9%. Los despiadados mercados pusieron sobre los hombros de dos generaciones de irlandeses unas tasas de usura impagables. El gobierno irlandés tuvo que llamar a las puertas de la Comisión Europea y, el 17 de noviembre de 2010, aterrizan en Dublín los Men in black, como los denomina la prensa local. Los expertos de la troika de la Comisión, el BCE y el FMI se negaron a revelar su identidad. El portavoz de la Unión Europea para Asuntos Económicos, Amadeu Tardio, sólo quiso revelar que eran "más de dos pero menos de diez", y agregó que "estas personas no dan conferencias de prensa".

Los anónimos Men in black tomaron el timón de la economía de un país soberano. Sin un solo instante de consulta, pusieron en marcha una nueva y despiadada ola de austeridad y lo llamaron "rescate". Fue un caso de chantaje puro y simple. Sin un chaleco salvavidas de casi cien mil millones de euros, todo se vendría abajo. La ayuda debía servir entre otras cosas para ayudar a pagar los préstamos exorbitantes a los bancos extranjeros y recapitalizar a los bancos irlandeses. Pero primero era necesario que el Parlamento irlandés aprobase nuevas medidas de ahorro. Sólo la mitad de los parlamentarios se inclinó. "Un plan bárbaro", resumía un periódico irlandés. Los hogares ordinarios de nuevo tendrían que poner 3.000 euros: impuestos sobre los ingresos más altos, incremento del precio de la energía, aumento en los gastos de escolaridad para los estudiantes, bajada de las pensiones, asignaciones familiares y salarios. Sin embargo, el impuesto sobre los beneficios de las empresas, se mantuvo en el 12,5%. Y los 139 mil millones que los irlandeses debían los bancos alemanes se garantizaron, así como los 149 mil millones adeudados a los bancos británicos.

Michael Finnigan, del Worker´s Party of Ireland (Partido de los Trabajadores de Irlanda), me señalaría más tarde, en Bruselas, cómo es increíble constatar que aunque el salario mínimo por hora se ha reducido un euro, el impuesto de sociedades, sin embargo, no ha aumentado ni un solo céntimo.

"Ese es el mayor escándalo. Cuando por fin nos independizamos de Gran Bretaña tras siglos, nosotros mismos podríamos haber manejado nuestros asuntos. Pero ahora debemos renunciar a nuestra soberanía", escribía el Irish Times, cuando, el 17 de noviembre, estos "hombres negro" ponen el pie en la pista de Dublín. "El objetivo político de Europa fue puesto un poco en segundo plano porque el proyecto era demasiado complicado para llevarlo a cabo cuando se introdujo la moneda única", señaló The Wall Street Journal ese día. El diario narra que la vigilancia se mantiene no sólo sobre los presupuestos, sino también sobre todos los demás aspectos de la economía de los países de la zona del euro: "Esto se asemeja a la conducta de un gobierno. Y, por tanto, es probable que se trate un gobierno." Los "Hombres de Negro ", serían, por tanto, la avanzadilla de un gobierno económico europeo.

Diez días después de la llegada de los Men in black, el 27 de noviembre de 2010, cien mil irlandeses salen a las calles para protestar contra los nuevos planes de austeridad y la injusticia del ahorro.

Durante la manifestación en Dublín, Ian, un joven trabajador interino, cuenta: "Me han despedido dos veces. Ahora soy interino, pero pedí una visa para Australia. Sencillamente no puedo quedarme aquí. Emocionalmente, no podría soportar un tercer despido. Es cierto, somos una democracia, elegimos a esa gente. Pero al fin y al cabo, uno se siente como bajo una dictadura. Nos quitan todo de las manos."

Los trabajadores pierden sus puestos de trabajo. Los campesinos pierden sus tierras. Los comerciantes pierden su tienda. Las familias pierden sus casas. Los niños pierden su juventud. Los jóvenes pierden todo deseo de creer en algo. Las personas mayores pierden su pensión. Pero, "¡la vida es una lotería!" contestan los ganadores.

 

Los Soprano, la versión portuguesa de los Men in black

4 de marzo de 2011. El show-business portugués tenía la esperanza de enviar una insípida canción de amor al Festival de Eurovisión. Pero no contaban con Facebook y Twitter. Tras una llamada en estas redes, se produjo un voto masivo por Homens da Luta, "hombres de lucha." La canción se llama Luta e alegria (la alegría y la lucha), un mensaje político a la dirección de los mercados financieros que saquean al país. Para disgusto de la mayor parte del establishment portugués, Homens da Luta gana la preselección. En mayo de 2011, Europa escucha el mensaje de que "la lucha trae alegría", como canta su intérprete.Se muy bien que algunos portugueses no tararean Luta é Alegría. Especialmente el dudoso magnate de corcho Américo Amorim, el hombre más rico del país, gracias a los millones alcornoques descortezados en la pobre pero romántica región de Alentejo. O los magnates de supermercados dos Santos y de Azevedo. Las familias Amorim, Azevedo y dos Santos poseen, entre las tres, una fortuna de unos 6.000 millones de euros bien apilados.

Igual que no podemos hablar “de los” griegos, tampoco podemos hacerlo "de los" portugueses. Hay un pequeño círculo de multimillonarios, por un lado, y una inmensa mayoría de población activa, por el otro. Son dos mundos bien distintos: el centenar de portugueses más ricos vieron como aumentaban sus fortunas en un tercio en 2010, mientras que la gran mayoría se apretaba el cinturón.

En revancha, quien canta felizmente Luta é Alegria es Rui Paixão, secretario sindical en Lisboa y miembro del PCP, el Partido Comunista Portugués. Unas pocas semanas después de la selección de la canción, el sábado 26 de marzo 2011, Rui Paixão llega a nuestro país por invitación del PTB. Ese día, en la VUB (Universidad de Bruselas de habla holandesa), nuestro partido organiza una conferencia nacional sobre la crisis. Rui Paixão declara: "Hemos tenido tres programas de austeridad. Ahora dicen que es necesario un cuarto para calmar a los mercados. Pero el mercado – es decir, los grandes bancos – no pueden apaciguarse nunca. ¡Es imposible dar de comer hierba a un león! Siempre será carnívoro." Es cierto. En Irlanda tres olas de austeridad no fueron suficientes para saciar a los mercados. En el país del fado tampoco.

Cuando Rui Paixão visitaba Bruselas, el gobierno de Lisboa ya había saqueado la despensa. El IVA aumenta, haciendo que el precio del pan y la energía - entre otros - se disparan. Los sueldos de los funcionarios se congelan y el salario mínimo se reduce al nivel más bajo de la zona del euro: 420 euros. En noviembre de 2010, tres millones de portugueses salen a las calles a protestar, más de tres cuartas partes de la mano de obra, en "la mayor huelga que jamás se haya visto." Puertos y aeropuertos bloqueados, escuelas cerradas, los trenes y autobuses se quedaron en las estaciones, las empresas y los bancos estaban desiertos y las tiendas estaban cerradas. Pero, de todos modos, el primer ministro socialdemócrata José Sócrates quiere imponer una cuarta ronda de restricciones para "calmar a los mercados". A inicios de marzo de 2011, 300.000 portugueses vuelven a bajar de nuevo a las calles. Y el 24 de marzo, dos días antes de nuestra conferencia nacional, el primer ministro Sócrates da marcha atrás: la gran mayoría de los parlamentarios rechazaron el nuevo plan. Sócrates no puede hacer otra cosa que dimitir.

Dos semanas más tarde, el 6 de abril de 2011, el primer ministro portugués llama a las puertas de la Unión Europea, con el rabo entre las piernas. Las agencias de calificación han reducido los bonos del gobierno a cenizas, por lo que ahora es imposible obtener préstamos a tasas de interés soportables. La Troika (Comisión Europea, BCE, FMI) quiere dar un nuevo préstamo a Portugal, sujeto a estrictas condiciones. En The Guardian el cronista Michael Burke compara esta ayuda de emergencia con el método de "Tony Soprano", evocando la famosa serie de televisión sobre la vida cotidiana de una familia mafiosa. En un episodio de Los Soprano, el estafador y jefe de la mafia Tony Soprano le explica a un pequeño jugador por qué se le permite participar en un juego cuyo reto es tal envergadura que sólo podrá salir desplumado. "Yo sabía que nunca podrías pagar, pero tu esposa tiene una tienda de deportes que funciona bien", explica Soprano, después de haber saqueado el comercio y dejado en la ruina a sus dueños. Michael Burke continúa: "la serie Los Sopranos también se emite en Portugal. Desde que la economía portuguesa cayó en manos de la Comisión Europea y el FMI los telespectadores pueden hacerse una idea mucho mejor de su destino con la serie que con los telediarios de la mayoría de los otros medios de comunicación. Es como ser un rehén de la mafia, los irlandeses y griegos pueden confirmarlo." Burke explica por qué esta ayuda de emergencia de Tony Soprano acerca a la quiebra a Portugal: de esta ayuda, el país no verá ni un solo céntimo. El dinero va directamente a los acreedores: los bancos europeos y los fondos especulativos americanos. “Se repite el mismo escenario que con el rescate bancario. Y esta vez a escala internacional.”[15]

Una semana más tarde, el 12 de abril de 2011, los Men in black "Sopranos" de Europa, desembarcan en Lisboa, cinco meses después de su estancia en Dublín. Sus instrucciones son las mismas: se autorizará un préstamo si se aplica un cuarto plan de austeridad. No, no van a ir a buscar nada a la casa del "rey del corcho" Américo Amorim o a la de otros pobres multimillonarios. Sólo apuntan en la misma dirección del Primer Ministro Sócrates: los salarios y las prestaciones sociales de los portugueses.

¿Pero el Parlamento de Lisboa no había rechazado el plan el 23 de marzo? ¿y Sócrates no había dimitido? Según declaraciones de los Hombres de negro, ese no es su problema. Exigen que se alcance un acuerdo entre todas las partes sobre la austeridad antes de las elecciones del 5 de junio, incluyendo a los sindicatos. Los partidos portugueses tienen la opción de aceptarlo por "consenso" o "capitular." El martes, 3 de mayo por la tarde, un mes antes de las elecciones, se presenta el nuevo programa de gobierno. Un programa ideado por los Men in black de la troika. Las elecciones de junio ya no tienen sentido.

El país del Oporto se convierte, después de Irlanda, en el campo de pruebas de una nueva "gobernanza económica" europea. Sabemos lo que significa. Nuevamente aumentan diferentes tasa de IVA. Los salarios y las pensiones se congelan hasta 2013. Los despidos en el sector público son enormes. Al igual que en Alemania, el derecho a las prestaciones por desempleo se limita a dieciocho meses. Los nuevos contratos de trabajo serán principalmente de duración limitada, con menos protección social. Las empresas pagarán menos costes sociales. Para reembolsar los cargos de los intereses de las ayudas de emergencia "a la soprano", Portugal se ve obligada a vender parte de sus activos. Se encuentran en el punto de mira los ferrocarriles, los servicios postales, empresas públicas de energía, las compañías de seguros, los aeropuertos, la compañía aérea TAP y la red de autopistas. Las tarifas del transporte público aumentan considerablemente. En el servicio de salud, el paciente pagará más de su bolsillo. En 2012, el coste de la atención a la salud deberá disminuir un 30% y un año más tarde, un 20% adicional. Se elimina el reembolso de una serie de medicamentos.

Jerónimo de Sousa, secretario general del PCP, ve en ayuda de urgencia “a la salsa Soprano" un "pacto con el diablo" que profundiza aún más la brecha socio-económica dentro de Europa. "Mediante su propaganda, la Europa de dos o tres velocidades abandona definitivamente la cohesión socio-económica. Todo demuestra que la moneda única y las condiciones a las que está ligada acumulan degradaciones de todo tipo en un país como Portugal, confrontado a una recesión anunciada desde hace por lo menos tres años. Es ventajoso para países como Alemania, que tiene el mayor crecimiento de la Unión."

Mientras tanto, la prensa mayoritaria alemana continúa con su campaña de denigración del sur de Europa. Bajo el título "Un país que produce demasiado poco y consume demasiado", Der Spiegel publica a finales de julio de 2011, un dosier sobre Portugal. "El país ha vivido durante años por encima de sus posibilidades, ahora sufre el embate de la crisis", dice la revista desde su introducción.[16]

Pero, en Portugal, ¿quien vive por encima de sus posibilidades? Una cuarta parte de los niños crece en la pobreza. Un portugués de cada cinco vive con menos de 360 euros al mes, el umbral oficial de pobreza. 700.000 portugueses están oficialmente desempleados, pero si se tiene en cuenta a las personas que buscan trabajo fuera de las agencias de empleo o que trabajan sólo unas pocas horas, superamos el millón. Menos de la mitad tienen una prestación por desempleo. Una quinta parte de los estudiantes ha perdido el derecho a una beca.

Y a pesar del cuarto plan austeridad, los ansiosos mercados financieros se encarnizan de nuevo con Portugal. El 5 de julio de 2011, la agencia de calificación Moody 's rebaja la calificación y la reduce al nivel de un zombi. El gobierno espera una recesión del 2,3% del PIB en 2011 y del 1,7% en 2012.[17]

El 13 de octubre 2011, el nuevo gobierno portugués anuncia un quinto plan de ahorro: se eliminan el 13o y 14o mes para todos los funcionarios. Los trabajadores del sector privado deben trabajar media hora más, gratis. La franja de IVA más elevada, que ya había aumentado al 23%, se aplicará a partir de ahora a toda una nueva gama de productos y servicios. Los días feriados pagados se van por la alcantarilla y, para muchos, la paga de vacaciones se reduce a la mitad. Todos los servicios públicos deben despedir de nuevo al 2% del personal y se realizan nuevos recortes en enseñanza y sanidad. Pero, de nuevo, no se impone casi ningún sacrificio a los millonarios.[18] Carvalho da Silva, Secretario General de la confederación sindical CGTP-IN, reacciona de manera combativa: "Esto va a agudizar la ira popular. Este plan no sirve a los intereses de los portugueses, si no al de los especuladores. Eso no va a hacer retroceder la deuda, y mucho menos a generar las circunstancias para remediar la situación. Si el gobierno quiere un duro enfrentamiento con los sindicatos, está en buen camino." El 18 de octubre, la Asociación Nacional de Suboficiales indica que, "en caso de que deban "romper" una rebelión popular," van a elegir el campo de los manifestantes. Un portavoz de los suboficiales dice que el ejército portugués tiene el deber de "proteger a la gente", y no se puede esperar que sirva a las instituciones financieras privadas. Y repite: "Nadie tiene el derecho a pensar que el ejército puede ser utilizado para reprimir un movimiento popular.”[19]

 

El impulso de la esperanza para poner fin a las convulsiones del pasado

Grecia, Letonia, Irlanda, Portugal... las semejanzas no faltan.

La línea común más llamativa es que a raíz de las crisis que afectan a estos países, las heridas de la injusticia están cada vez más abiertas. Las primeras víctimas son los beneficiarios de asistencia social, las mujeres, los inmigrantes y los pensionistas. Pero el resto de la población no está a salvo, especialmente aquellos que forman parte de la denominada clase media. También ellos descubren el amargo sabor de la pobreza. Al mismo tiempo, un pequeño grupo social se hace cada vez más rico: los armadores, los magnates del corcho, los especuladores, los coleccionistas de bonificaciones, los banqueros. El fraude fiscal masivo de esta élite queda impune. Es un mito que "todos" los griegos, bálticos, irlandeses y portugueses deban recortar gastos. En todos estos países, hay ganadores de la crisis, y las cifras de beneficios que acaparan tienen más de seis ceros. Vivimos en un refugio de bandidos y ni usted ni yo somos los bandidos, escribió un amigo columnista. Tiene razón. Estamos viviendo el mayor atraco a mano armada de la época contemporánea. Incluso el sheriff de Nottingham, gran defensor de los ricos y del orden establecido, estaría avergonzado. Robar al hombre y a la mujer común y dárselo a los ricos. Nunca antes hubo tantos millonarios en Europa, pero los comedores populares nunca estuvieron tan repletos.

En todos estos países, las familias políticas tradicionales cantan al unísono: "no hay alternativa". Los gobiernos de Atenas, Dublín, Riga y Lisboa son igualmente responsables del desastre: tanto el actual gobierno de derechas irlandés y portugués como los gabinetes socialdemócratas que durante años detentaron el poder en Grecia y Portugal. Desde Dublín hasta Atenas, pasando por Berlín: ningún empleo, ningún salario está a salvo. La edad de jubilación sube a los 67 años, el IVA, el impuesto más injusto de todos, aumenta, la educación y la atención médica es desmanteladas sistemáticamente. Y esta política recoge una asombrosa unanimidad entre todos los partidos políticos. Es el segundo paralelismo.

Tras lo cual vemos que los Men in black aplican las mismas recetas en Grecia, Irlanda y Portugal. "Las conocidas recetas del FMI, el BM y el Banco Central Europeo: reducción de sueldos y jubilaciones, despidos masivos de empleados públicos, remate de empresas estatales y desregulación de los mercados para atraer inversiones han surtido los mismos efectos padecidos por varios países de América Latina, notablemente la Argentina. Parecería que el curso de los acontecimientos en Grecia se encamina hacia un estrepitoso derrumbe como el que conocieran los argentinos en diciembre del 2001. Dejando de lado algunas obvias diferencias hay demasiadas semejanzas que abonan este pronóstico. El proyecto económico es el mismo, el neoliberalismo y sus políticas de shoc; los actores principales son los mismos", escribe el politólogo argentino Atilio Boron.[20] Es un robo de mundo del capital al mundo del trabajo. Cuando el polvo se asiente, veremos una serie de grupos de capital más poderosos que nunca, y una gran cantidad de gente se habrá arruinado. A menos que, en todas partes, éstos se pongan en movimiento para repeler los asaltos contra las cuerdas y lograr que la riqueza de la sociedad vaya a quienes la producen.

Otro paralelismo: en Atenas, Dublín, Riga y Lisboa, reina un clima de angustia particularmente manifiesto. Es un terreno peligroso, que llama al recurso a “coger las riendas con mano firme". La angustia de los inmigrantes indocumentados, la soledad, el miedo a los disturbios, como en Londres. Angustia por las huelgas “que no hacen más que empeorar la situación”. La angustia por los provocadores de la policía. Angustia por el caos.

En el curso sobre "Cómo crearse enemigos útiles", el gobierno del PASOK en Grecia ha extraído una lección muy particular. En Youtube, se puede ver un video donde un grupo de hombres saturados de testosterona, armados con barras de hierro, hablan en voz baja con la policía antidisturbios, el 28 y 29 de junio de 2011. Un poco más tarde, estas montañas de músculos con pasamontañas negro, se pasean barra en mano, como si no pasase nada, en el patio interior del Parlamento, acompañados por esa misma policía antidisturbios... El periodista Georges Aureropoulos, de la cadena pública ERT hizo públicas las imágenes. Se trataba de claros provocadores de la policía, destinados a mezclarse con la manifestación sindical del PAME. Con el objetivo de degenerar la acción y poner a los manifestantes contra de los jóvenes indignados que ocupaban pacíficamente la plaza Syntagma.

Criminalizar las acciones sindicales y excitar a los jóvenes contra los sindicalistas: me recuerda a lo que sucedió en las calles de Génova, donde participé en la gran manifestación contra el G8 en 2001. Afortunadamente, los organizadores de la manifestación del PAME en Atenas fueron lo suficientemente hábiles como para lograr derrotar ese intento. Pero la intención era clara. Cuanto más aumente la angustia más medidas excepcionales pueden tomar aquellos que están en el poder. Llegando incluso, si hace falta, al estado de sitio.

Plantar la semilla del odio es otro paralelismo. Las élites de estos países la siembran al azar. La campaña para desacreditar la supuesta pereza de los funcionarios públicos, esos "burócratas haraganes", cómodamente sentados en sus oficinas. La estigmatización de la pretendida pereza de los desempleados, que corrompen la economía. La denigración de los baby boomers de mayo del 68 que hicieron que todo saliese mal. Se desacredita a todo el que se oponga jugando con sus intereses particulares. Sectores fuertes contra sectores débiles. Trabajadores contra campesinos. Empleados temporales contra fijos. Asalariados contra independientes. Y sobre todo jóvenes contra personas mayores, presentando la crisis como un conflicto de generaciones.

Divide et impera, divide y vencerás. Impedir a toda costa el nacimiento de un gran frente social, que pueda requerir a los responsables de la crisis el pago de la factura y que la sociedad se base en el respeto por el trabajo en lugar de la explotación pura y dura. Porque aunque no podemos predecir el futuro, tenemos el derecho incuestionable de expresar cómo lo queremos.

El último paralelo - y el más importante - es la esperanza. Los intentos de salvar el sistema capitalista para la gloria de accionistas, especuladores y banqueros, es un espasmo del pasado. "Europa está viviendo un proceso de malestar social que en los próximos años se va a radicalizar. Si, en este proceso, no se desarrolla ningún movimiento de la esperanza, nos enfrentaremos a una tormenta de odio. Por eso la confrontación entre la cultura de la esperanza y la de la nostalgia destructiva probablemente sea la tendencia más importante en esta ola de cambios", predice el sociólogo español Manuel Castells en el documental Metamorfosis de una crisis. Y ese movimiento de la esperanza crece día a día. El más fuerte y más organizado tiene lugar en Grecia, donde cientos de miles de personas deciden actuar por sí mismos – junto con otros - en los barrios y en las empresas: para hablar, organizar programas de acción y construir la contraofensiva. Pero también en Portugal, donde sindicalistas decididos informan y asisten con sus hijos a las acciones, y donde, inversamente, los jóvenes sin perspectivas de futuro movilizan a padres y abuelos. En todos los sitios, la gente se inspira en la inventiva del movimiento de los ocupantes de Wall Street, somos el 99%, We are the 99%, y por la enorme pancarta en la acrópolis del KKE: "Peoples of Europe: Rise Up!, "¡Pueblos de Europa, levantaos!

 

 


[1] « East Capital : Baltische tijgers grommen », Fem Business & Finance, 7 mayo 2008.

[2] « Geen angstzweed », IEX-magazine, marzo de 2002.

[3]« Analysis : estonia, test case for post-crises euro zone expansion », Reuters, 14 de diciembre de 2009.

[4] JesseFrederik, « Het Baltische drama. Follow the Money », www.ftm.nl, 8 de septiembre de 2011

[5] Andreas Wehr, Griechenland, die Krise und der Euro, Papyrossa, Köln, 2010, p. 41.

[6]Frankfurter Allgemeine Zeitung, 9 septiembre 2009.

[7] Andreas Wehr, op.cit., p. 44

[8] Ibidem

[9] The Independent, 19 abril 2010.

[10] Citado en The Times, 24 noviembre 2010.

[11] Citado en Renaud lambert, « Les quatre vies du modèle irlandais », Le Monde diplomatique, octubre2010.

[13] Citado en Renaud lambert, art.cit.

[14] Financial Times, 23 mayo 2010.

[15] Michael Burke, « Portugal gets offer it can’t refuse », The Guardian, 8 abril 2011.

[16] Alexander Jung, « At the end of europe. seeking a Path out of the Crisis in Portugal. Part 2: a Countrythat Produces too little and Consumes too Much », Der spiegel online, 27 julio 2011.

[17] Het Laatste Nieuws, 16 agosto 2011

[18] Jan Van Criekinge, « Portugese regering kondigt nieuwe ronde harde besparingen aan », deWereldMorgen,14 octubre 2011

[19] Dietrich Muylaert, « nationale Vereniging van sergeanten steunt het Portugese volk », deWereldMorgen,24 octubre 2011.

[20] Atilio Boron, Ce n’est pas la Grèce qui est en crise, c’est le capitalisme, Cubadebate.cu, 25 junio 2011.http://www.librered.net/?p=8293