Lo que está pasando ahora es una revolución silenciosa en favor de un gobierno económico reforzado. Los Estados miembros han acordado - y espero que esta sea la forma en que lo han entendido - que las instituciones europeas tienen ahora amplios poderes para la supervisión y el control estricto de las finanzas públicas.
José Manuel Barroso, European University, Florencia (junio de 2010)
En junio de 2010, en un imponente anfiteatro universitario, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso habló en estos términos de una revolución - que se lleva a cabo a nivel europeo. Un golpe de estado silencioso. Ninguna revolución podría ocurrir de manera más silenciosa, ya que Barroso se preguntaba incluso si los líderes del gobierno habían entendido lo que se había decidido.
Y en toda una revolución, silenciosa o no, el tiempo es crucial: en unos pocos meses tienen lugar acontecimientos que en la historia sólo podrían suceder en varias décadas. Para examinar las cosas con la perspectiva "revolucionaria" estampada por Barroso, hagamos un pequeño desvío hacia uno de los voceros de la antiglobalización, Naomi Klein.
La doctrina del shock
Es el título de un libro de Naomi Klein, que se precisa en el subtítulo como "el auge del capitalismo del desastre". Milton Friedman, el gurú del capitalismo sin restricciones, es, según ella, uno de los primeros doctores de shock. Friedman afirmó: "sólo una crisis —real o percibida— da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente."[1] En otras palabras, las crisis son oportunidades perfectas para servir un buffet de medidas que estaban esperando en la cocina. Se utilizan la confusión y las nubes de polvo que oscurecen el horizonte para imponer lo planeado hace mucho tiempo. En la fase de la crisis bancaria, en el otoño de 2008, los bancos y las multinacionales aprovecharon esta ganga para "pasar a la acción". Y una vez que el polvo desapareció, todo se aclara: ahora nos enfrentamos a multinacionales y bancos aún más grandes, más potentes. Fueron los grandes ganadores de la crisis de 2008.
Durante la crisis bancaria, después de que las deudas privadas fuesen transmitidas a los Estados y que la segunda fase de la crisis - la de las deudas públicas de los estados - haya sido inevitable, llegó el momento de moverse más rápido. Comenzar en las nubes de polvo de la crisis y pasar desapercibido burlando los derechos democráticos y sociales. Lo que no era posible a la luz del día, fue posible a partir de 2010, en la turbulencia de la crisis de la deuda: poner la política socio-económica de toda Europa bajo la tutela de expertos europeos y de funcionarios del mundo financiero, las “sopranos”, los Men in black. Las organizaciones patronales se relamían los labios.
Es un secreto a voces: en los pasillos – o a través de bufetes de abogados, todo sucede de manera extremadamente discreta -, la Unión Europea está dirigida por importantes grupos empresariales y financieros. Las organizaciones de empresarios como la FEB belga se reunieron a nivel europeo como parte de "BusinessEurope", una asociación creada en 1958 para defender los intereses de empresas privadas y hacer lobby en las instituciones europeas. Pero la flor y nata del mundo empresarial se reunirán en torno a la Mesa Redonda de los Industriales, camarilla informal e influyente que une a las cuarenta y cinco mayores empresas europeas. Ya he presentado este cenáculo. Sin embargo, vale la pena repetir que estos caballeros de la mesa redonda están a la cabeza de los grupos industriales más poderosos de Europa: Total, Suez, BASF, Volvo, Umicore, Deutsche Telekom, Unilever, BP, EON, Philips , Thyssen Krupp, con un volumen de ventas de un billón de euros, y unos 6,6 millones de trabajadores. Durante los años 1980 y 1990, lograron que se transformasen en ley sus propuestas de moneda única y los estrictos criterios de convergencia - las “normas de Maastricht” -, como ellos mismos escriben.
Cuando gente como usted y como yo seguíamos cambiando nuestros francos belgas en euros, los estrategas de la Mesa redonda ya se planteaban el siguiente paso: la "gobernanza económica". En aquella época, en 2002, todavía era un concepto misterioso. Una década más tarde, todos los jefes de estado, con Merkel y Sarkozy a la cabeza, no sueltan esa palabra de su boca.
"Un único área monetaria, una sola política, una sola dirección económica”
“No debemos tener menos Europa, sino más Europa”. Esa fue declaración de intenciones expresada en 2002 por los caballeros de la Mesa Redonda de los Industriales. Con más Europa, naturalmente, no evocaban las playas de las Islas Baleares, las Highlands escocesas, el desierto de Ardéche o los fiordos escandinavos. No, más Europa significa para ellos: más potencia de fuego para el stablishment europeo, más oportunidades para dopar los beneficios, más poder para el juego de competencia despiadada contra los Estados Unidos, Japón y China. Por lo tanto, nuestros valientes caballeros estaban gritando: no sólo necesitamos un área monetaria única, sino también una política económica unificada y un fuerte liderazgo económico en Europa. "El mundo de los negocios espera del político que cree las circunstancias para fortalecer su potencial competitivo mediante una toma de decisiones vigorosa y eficaz", estipula su informe de 2.002[2].
¿En que piensan los capitanes de la industria cuando hablan de una decisión vigorosa y eficaz? ¿Qué es lo que no les gusta? ¿Qué es lo que no (aún) no ha podido lograr? Con el Tratado de Roma ya tienen una "Constitución" liberal que les deja el campo libre completamente. El mercado único, la unión monetaria, los obtuvieron, además de las famosas "normas de convergencia." Estos elementos ofrecen un contexto propicio para imponer sus reglas: las de la libre competencia, donde siempre gana el más fuerte.
Sólo que ahora, lo que les molesta es que, en 2002, Europa aún no está dotada de instrumentos activos ni de la autoridad formal para imponer a los Estados miembro fuertes medidas anti-sociales. Los diferentes países todavía deciden los presupuestos anuales y sus asignaciones. Y este presupuesto es el instrumento más importante de la política de reparto de la riqueza nacional. Presupuesto implica tomar decisiones que influyen mucho en la vida de todos los días. En lo que a gastos se refiere: ¿cuánto para la defensa, policía, poder judicial, agencias de inteligencia? ¿Cuánto se acuerda para las multinacionales? ¿ Cuánto se destina a los servicios públicos, los sistemas sociales, la educación, la salud, la creación de empleo público? Y por el lado de los ingresos: ¿cuál será la carga fiscal sobre la población activa? ¿Cuánto deben contribuir los ciudadanos más ricos, los millonarios? ¿y qué tasa impositiva aplicar a las multinacionales?
El presupuesto anual depende, en otras palabras, de las opciones políticas, y éstas son efectuadas por las autoridades gubernamentales, teniendo en cuenta las correlaciones de fuerza involucradas. Cuando Sarkozy quiso abolir el impuesto sobre el patrimonio (ISF), Francia entró en ebullición. Consecuencia: el - modesto - impuestos a los millonarios se mantuvo. Y esto es precisamente lo que hoy enerva a los capitanes de la industria. Quieren determinar sus propias prioridades económicas, sociales y fiscales, sin ser molestados por ninguna interferencia democrática. Un área monetaria única, una única gestión socioeconómica. "Se requiere que la política fiscal global en la zona euro sea más consistente. En cohesión con la política monetaria del Banco Central Europeo independiente. "
Y así es como aparece el objetivo concreto del informe de 2002 que la Mesa redonda sacó de su maletín. Es una medida drástica, "las disposiciones de los presupuestos nacionales de los Estados miembros y otras decisiones fundamentales de la política económica deben ser discutidos por todos los gobiernos europeos antes de ser adoptados. y, si es necesario, deben ser modificados para obtener la necesaria coherencia presupuestaria global.[3]"
Es completamente radical, ya que los Estados miembros pierden el control democrático sobre su instrumento más importante, el presupuesto. En el barrio europeo de Bruselas, ahora serán evaluados y corregidos los planes y los presupuestos de los Estados miembro. Sólo tras esta operación pueden decir algo los parlamentos nacionales. En cierto modo una ceremonia de protocolaria, apenas más importante que el corte de la cinta a la entrada de un nuevo edificio oficial. El control sobre el presupuesto – que ya existía antes- no iba a venir desde abajo sino desde arriba. Es decir, en función a los deseos de la élite financiera y corporativa. ¡Lo que es bueno para el Businesseurope es bueno para todos!
Los Estados miembros, sin embargo, no estaban dispuestos a ceder el control de su presupuesto nacional sin disparar un solo tiro. Para ellos, los argumentos del informe de la Mesa redonda eran un ataque contra su soberanía.
La Comisión Europea ya había tratado de diseñar, con los capitanes de la industria, una dirección socio-económica europea. Un paso importante fue la cumbre europea de Lisboa en mayo de 2000, que aprobó un plan de acción a más de diez años. La "Estrategia de Lisboa" tenía el objetivo de "convertir a Europa en la economía del conocimiento más competitiva del mundo" frente a los Estados Unidos, China, Japón y los países emergentes. La cumbre golpeó muy duro a fin de desarrollar su economía hipercompetitiva: mercados de trabajo más flexibles, reducción de los costos de mano de obra directa e indirecta, liberalización de sectores públicos como la energía, correos y telecomunicaciones, fortalecer los vínculos entre la educación y el mundo empresarial... Dos objetivos estaban en primer plano en la Estrategia de Lisboa: la tasa de empleo de la fuerza laboral aumentaría al 70% y el 3% del PIB debía asignarse a la Investigación y el Desarrollo.
La cumbre eligió el método de "coordinación abierta" para llevar a cabo estos objetivos. Este tipo de método era por entonces muy popular en la gestión de las empresas privadas. Consiste en el benchmarking-evaluación comparativa- (una técnica de marketing que analiza de manera comparativa los métodos de otras empresas para tomar el mejor), la competencia por las mejores cifras, donde los "buenos" resultados se esgrimen a los que se quedaron rezagados. Pero también entra en acción la peer pressure(la presión de sus compañeros), que anima a todos los miembros a que respeten sus compromisos.
Se dio a los Estados miembro un boletín anual, con puntos buenos y malos en función de sus actuaciones. A los malos estudiantes se les instó a seguir el ejemplo de los mejores. El modelo de flexibilidad de Dinamarca, la flexicurity[4], fue objeto de una gigante campaña de publicidad. Pero, en última instancia, cada país mantenía el control de sus decisiones. La Unión Europea no podía intervenir. Ciertamente el perro podría a ladrar, pero no morder.
La Unión Europea todavía podía agitar –que no utilizar - un segundo palo: las normas de convergencia, consagradas en el Tratado de Maastricht de 1992. Los países con déficit fiscal no podían superar el 3% del PIB y la deuda pública debía permanecer inferior al 60% del PIB. En 1997, los objetivos de Maastricht se renovaron en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. El pacto fue diseñado para obtener un poder adicional, pero resultó ser un arma poco satisfactoria. La Comisión constató que no era obvio que las amenazas proferidas contra las violaciones de las normas de convergencia se transformaran en sanciones efectivas. Durante mucho tiempo se pensó que imponer multas a países déficits muy elevados era imposible, ya que difícilmente se pueden realizar sangrías a un paciente anémico. Y Francia y Alemania violaron las normas de convergencia en el año 2003, pero no fueron castigados.
Durante la crisis bancaria de 2008, fue completamente imposible obligar a los Estados Miembros a cumplir las normas. Los países de la zona del euro pusieron sobre la mesa el equivalente al 36,5% de la suma de sus respectivos PIB para salvar a los bancos. En toda la Unión Europea, la cantidad se elevaba al 43,6%[5]. Casi todos los Estados miembros, por lo tanto, se hudieron en números rojos, el déficit presupuestario y el endeudamiento de los Estados subieron abruptamente. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento apareció como lo que era: una espada de filo romo, con la que la Comisión difícilmente podía obligar a los países a la tan deseada disciplina fiscal. Esto no significaba el final del Pacto, como unos esperaban y otros temían.
La Mesa Redonda llevaba tiempo queriendo poner remedio a esta autoridad estéril de la Unión Europea. Durante años, trabajó con su ejército de lobbistas de la rotonda Schuman, para preparar el campo. Al continuar la crisis, la situación ya había madurado lo suficiente para la ruptura. Después de todo, ¿las crisis no son oportunidades para los amantes de la doctrina de shock? Cuando a principios de 2010 la crisis griega sacudió la zona euro, la mesa redonda estaba dispuesta a aprovechar la oportunidad de poner en práctica las aspiraciones de su informe de 2002. Primer paso: elaborar un nuevo informe, titulado “Visión de una Europa competitiva”[6]. "Las defensa de las competencias de la Unión Europea deben revisarse -dice el texto -, en áreas donde el nivel europeo es más eficaz. La dirección económica debe ser coordinada a nivel de la Unión Europea, por una serie de atributos claramente definidos." La palabra más utilizada en este informe es "deber". Como se resume en el idioma inglEsrllamadotillasuropeo se unieron a las ideasés concisa y claramente: "At its heart the EU needs the powers " - en su corazón la UE necesita poderes.
Con la tinta del informe recién seca, los presidentes de las tres principales fracciones políticas del Parlamento Europeo se unieron a las ideas de la Mesa redonda. El 10 de marzo de 2010, hicieron un llamado para "el fortalecimiento de la gestión económica" con el poder para castigar a los Estados miembros que no cumpliesen a pies juntillas las directivas europeas. Firmado: Guy Verhofstadt, de los liberales, José Dael de Democracia Cristiana y Martin Schulz, por los socialdemócratas. Es sorprendente lo difícil que es para estos tres principales grupos políticos presentar una sola idea que sea independiente de Businesseurope y la Mesa redonda.
La llamada recibió una bienvenida muy cálida. Y rápidamente se pusieron a ello. En la Cumbre Europea del 17 de junio de 2010, el presidente del Consejo, se imbuye a Herman Van Rompuy la misión de presentar un "taskforce" para evitar una crisis en la zona del euro. ¿Y cuál debería ser el resultado? ¡Una dirección económica!
Los Estados miembros bajo tutela: el sistema del semestre europeo
El verano de 2010 pasó rápidamente, pero Van Rompuy, apenas cogió vacaciones. Su taskforce debía construir un sistema de sanciones para los malos estudiantes de la clase europea. Rápidamente se desarrolla un escenario para dar un tirón de orejas a los estados que desobedeciesen. Mientras tanto, en el Consejo Europeo de septiembre de 2010, el taskforce, ya ha presentado su informe. Pero, ¿cómo pasar del sistema de "coordinación abierta", reprimenda ligera, a un puño de acero endurecido? Cumbre del 16 de septiembre, Herman Van Rompuy presenta un "nuevo marco de supervisión macroeconómica." Ahora, como en la escuela, cada Estado miembro debe presentar en primer lugar sus planes presupuestarios a la dirección de la escuela de élite, la Unión Europea. Habrá, como antes, una escala de puntuación para evaluar el desempeño de los estados miembro. Pero, novedad, la Comisión también podrá imponer castigos a aquellos que no escucharon bien.
En el centro de los planes figura el "semestre europeo", que se extiende de enero a junio. Durante este periodo, el calendario es muy preciso. Se enumeran cinco fechas clave:
1. En enero, la Comisión emitirá un disparo de advertencia, con unas pautas generales que determinan las prioridades.
2. En abril, los Estados miembros deben devolver dos programas: la forma en que se cumplirán las reglas presupuestarias de Maastricht, y cómo van a seguir las de "Europa 2020", que sucedieron a la Estrategia de Lisboa.
3. A principios de junio, la Comisión evalúa si cada Estado miembro ha hecho cuidadosamente su tarea. Y les proporciona instrucciones para corregirlas.
4. En la segunda mitad del año, los gobiernos nacionales deben introducir en la ley los planes (corregidos) y las decisiones deben ser aplicadas.
5. Al final del año, salimos a dar un paseo. Pero en junio, las advertencias y sanciones esperan a quien no haya cumplido escrupulosamente con las directrices del año anterior.
Dos semanas después de la cumbre de septiembre de 2010, el miércoles 29 de ese mismo mes, se oye un traqueteo de petardos mientras subo en compañía de Raúl Hedebouw, el portavoz de nuestro partido, al podio instalado Porte de Hal, en Bruselas. El generador de electricidad funciona a medio gas, pero acaba cumpliendo su tarea. Micrófono en mano, podemos dirigirnos alto y fuerte a la multitud de manifestantes. La procesión no tiene fin. Cien mil manifestantes, según los sindicatos europeos, venidos de los 24 países de la Unión Europea. Desde Polonia a Portugal, de Eslovenia a Alemania, de Bulgaria y Finlandia, Rumania, los Países Bajos... y un impresionante número franceses, de la CGT y la CFDT. En todas partes, en una increíble mezcla de idiomas, el mismo mensaje: "no pagaremos por su crisis." Al cabo de una hora, ya no tengo voz. Afortunadamente, Raúl tiene una voz más fuerte que la mía.
A finales de septiembre, la Comisión Europea celebra su reunión semanal de los miércoles en el imponente edificio Berlaymont, sede de la Comisión, a pocos kilómetros de la Porte de Hal y de nuestro podio.
Para llevar a cabo lo que el taskforce de Van Rompuy ya ha desarrollado, la Comisión ofrece, ese día, un "six-pack". No, no es un paquete de seis latas de cerveza, si no seis imparables instrumentos de coerción para sancionar a los molestos recalcitrantes. Seis nuevas leyes a poner en práctica serán presentadas al Parlamento Europeo. Con su "Six-pack", la Comisión ahora podrá ejercer una supervisión efectiva y feroz.
Con la reunión del edificio Berlaymont apenas terminada, BusinessEuropa atestigua su satisfacción: "Muchas de nuestras recomendaciones se reflejan en las propuestas de la Comisión"[7].
Los fracasos a la hora de cumplir con los objetivos europeos son escrupulosamente registrados en los indicadores de prestaciones económicas realizados por los Estados miembros en diversos ámbitos. Un país que se desvía del recto camino financiero o que muestre "desequilibrios” macroeconómicos significativos será sometido a un procedimiento de "desequilibrio excesivo". Este llamado al orden es comparable al deterioro de su nota por una agencia de calificación. La Comisión Europea se convierte en una importante agencia de calificación para la fractura social. El Estado miembro que se encuentre en la cola, con el sello de "desequilibrio excesivo" está obligado a seguir las "recomendaciones" de la Comisión. Si no sigue estos dictados, debe depositar un 0,1 ó 0,2% del PIB en el Banco Central Europeo. Una cantidad que será requisada si no se observa mejoría. Una sangría adicional para los anémicos.
El taskforce y de la Comisión también están pensando en sanciones contra los que se queden rezagados en lograr los objetivos de la estrategia de Europa 2020. Europa 2020 sucedió a la Estrategia de Lisboa de 2000, que pretendía hacer de Europa "la economía del conocimiento la más competitiva del mundo". Ya hemos dicho que esta estrategia ladraba, pero no mordía. Los dos objetivos esenciales de la Estrategia de Lisboa nunca se lograron. El presupuesto para el sector de la Investigación científica apenas ha aumentado: del 1,92% al 1,98%, y la tasa de empleo se ha estancado, antes incluso de la crisis de 2008, en el 68%. Entre 1999 y 2008, en los quince principales países de la Unión Europea, hubo ciertamente veintiún millones de nuevos puestos de trabajo, pero el 43% eran empleos a tiempo parcial, y muchos puestos de trabajo en el inflado sector inmobiliario eran inestables. Siguiendo el ejemplo del modelo alemán, los empleos a tiempo completo fueron eliminados y reemplazados por pequeños puestos de trabajo flexibles y mal pagados. Fue entonces cuando se desató la crisis. Entre el tercer trimestre de 2008 y el primer trimestre de 2010, 8 millones de personas perdieron sus empleos en Europa, 4 millones en la industria y 2,5 millones en la construcción[8].
A pesar de su fracaso en todos los frentes, la estrategia de Lisboa fue puesta en el tapete de nuevo en 2010, con el nombre de "Europa 2020". Sin apenas pestañear, se repitió que el 3% del PIB debía dirigirse a la Investigación y el Desarrollo. Y la tasa de empleo se debía aumentar para alcanzar el 75%. Estos objetivos de competencia se sirvieron en combinación con tres metas sociales. Primero: reducir la tasa de jóvenes que abandonan sus estudios del 15 a 10%. Segundo: la reducción de las emisiones de dióxido de carbono en un tercio. Tercero: reducir en un cuarto el número de europeos que viven por debajo del umbral de la pobreza. El tercer objetivo es, evidentemente, imposible de alcanzar, ya que nos quieren imponer en todas partes el modelo alemán de salarios. Se afirma expresamente que estos tres objetivos deben alcanzarse en el marco del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Pero todo el mundo puede comprenderlo: evidentemente es imposible ser más ecológico y social cuando, al mismo tiempo, se está encerrado en la camisa de fuerza de las restricciones presupuestarias masivas.
El insaciable apetito de Ángela
A principios de 2011, Ángela Merkel empieza a emocionarse. A su modo de ver los problemas se siguen arrastrando, el proceso es demasiado lento y, sobre todo, insuficiente. Ángela quiere acelerar el ritmo, y quiere siempre más. El 29 de enero 2011, coge a Van Rompuy, y muchos otros líderes de la Unión Europea por sorpresa. Pone las cartas encima de la mesa a través de una entrevista publicada en el periódico alemán Der Spiegel: hay que elaborar un nuevo pacto, un "pacto de competitividad". El pacto debe incluir "obligaciones específicas para fortalecer la competitividad, obligaciones más estrictas y con objetivos más altos", explica la canciller. A su modo de ver, el control centralizado de los presupuestos nacionales no es suficiente. Como tampoco lo son las sanciones que sólo afectan a los más rezagados en términos de déficit presupuestario, deuda pública o tasa de empleo. La centralización y las sanciones también deben abarcar la competitividad. Y esto no es una nimiedad, la competencia capitalista afecta prácticamente a casi todo: política de salarios, costes laborales no salariales, productividad, flexibilidad, carreras e impuestos. La canciller quiere que ahora todas estas áreas se encuentren bajo control europeo, y que las sanciones también sean posibles para quienes no participen (suficientemente rápido) en esta espiral de competencia desenfrenada.
Para ser clara, Merkel presentó una lista en de Der Spiegel. La revista pone los puntos sobre las "i", "países como Bélgica o Portugal deberían abolir su sistema de actualización automática de salarios con la subida de los precios.” Segundo, “los países deben adaptar sus sistemas de pensiones a los cambios demográficos.” En un lenguaje comprensible: retrasar la edad de jubilación. Tercero: los Estados miembros deben firmar una "regla de oro" en sus constituciones. La regla de un equilibrio presupuestario permanente.
La víspera de la cumbre de la UE, Die Zeit, aumenta la presión. "Si somos garantes de los países vecinos con nuestros fondos propios, tenemos que dar nuestra opinión. Acordamos más poder a Europa, pero, entonces, Europa tiene que trabajar de acuerdo a los principios alemanes. Esto significa concretamente que la presión sobre los rezagados europeos debe aumentar. Podrá haber impuestos máximos y mínimos, tal vez incluso multas automáticas para los rezagados, y un freno para las deudas como en la Constitución alemana", escribe sin rodeos el periódico[9].
La lista de deseos de Merkel es presentada en la cumbre de la UE del 4 de febrero de 2011. Pero la unanimidad está muy lejos de alcanzarse. Algunos Estados miembros no aceptan cuadrarse a las órdenes de Berlín. El stablishment alemán debe dar un paso atrás, haciendo más vagos una serie de puntos específicos. El ataque a la incorporación automática de la inflación a los salarios de los salarios, por ejemplo, ya no se llama por su nombre. Sin embargo, entre líneas, persiste la idea. La idea de incluir un presupuesto equilibrado en cada una Constitución es eliminado (temporalmente). Un portavoz del gobierno alemán lo resume así: "la cumbre de la Unión Europea no es el final de la discusión, sino el comienzo. Hemos invitado a los otros Estados miembro a discutir. Nosotros les dijimos: "¡hundirse o nadar"!'"[10]
Herman y su taskforce deben revisar su copia. Y lo hacen rápidamente. El 28 de febrero, Herman Van Rompuy y José Manuel Barroso presentan un nuevo texto de cuatro páginas en los pasillos de la Unión Europea, bautizado como "Pacto de competitividad". Es un copia/pega de la lista de desiderátums expresados por Merkel en Der Spiegel un mes antes: "revisión” de la incorporación de la inflación a los salarios, “descentralizar" las negociaciones sobre los salarios y la gestión del empleo (para reducir la influencia de los sindicatos), "revisar" los salarios en la administración pública, introducir un porcentaje máximo para el déficit fiscal en las leyes de cada Estado miembro, etc.
El título original de Merkel, "Pacto de la competencia," desaparece, sin duda, pero la competitividad general se mantiene como la idea central. La feroz competencia del todos contra todos, al ritmo impuesto por la oligarquía industrial y financiera. A expensas de los salarios, las condiciones de trabajo, la seguridad social, los sistemas de pensiones, las empresas de servicios públicos. Todo lo que se ha obtenido y construido por el movimiento obrero desde 1944, a fuerza de luchas y de sudor, corre el riesgo de desaparecer con el nuevo pacto. Es una espiral diabólica hacia abajo, donde todos se enfrentan entre sí. La competitividad es la piedra angular de lo que se llama Unión Europea. Como ya escribió Karl Marx, "el único motor de la economía política del capitalismo que pone en movimiento la sed de beneficios y la guerra entre los sedientos es la competencia".
Corporate Europe Observatory, el grupo de investigación y de sensibilización contra los grupos de presión industriales, no se anda con rodeos: "Businesseurope parece haber obtenido el máximo provecho de la crisis, gracias a la "La Doctrina del Shock" para hacer pasar los requisitos expresados ya hace diez años. [...] Estamos en un nuevo punto de inflexión en la historia de la integración europea, donde la Comisión se alinea con el big business."[11]
Un italiano con casco de punta prusiano
Para explicar la importancia de este acuerdo, debemos volver brevemente un año antes, a marzo de 2010, cuando Herman y su taskforce trazan prudentemente las primeras líneas del pacto. Uno de los grandes banqueros que, después de la crisis bancaria, expresaba formalmente sus deseos de que se incrementase significativamente el poder económico de la Unión Europea, no era otro que Mario Draghi, del Banco de Italia. Un Italiano con virtudes germánicas, según el diario alemán Bild, que lo caricaturiza con un casco prusiano con pinchos. Tiempo atrás, - a principios de 2000 - Draghi fue un alto ejecutivo del banco de inversiones Goldman Sachs en Nueva York. En Londres, donde trabajó para el banco de inversión, todavía se conoce como Super Mario. Un apodo que se le otorga por su energía, no por su "estilo". De hecho, él prefiere tirar de los hilos entre bastidores.
El periódico alemán Handelsblatt publicó en la primavera de 2010, una larga entrevista con Draghi, y le pregunta por qué es un gran defensor de la dirección económica.
- Draghi: hay que ampliar el concepto del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Hasta el momento, tenemos un mecanismo de observación, y en parte también, de corrección de las finanzas públicas. Ahora tenemos que hacerlo más eficiente y ampliarlo.
- Handelsblatt: Concretamente, ¿de qué se trataría?
- Draghi: redactando el Pacto de Estabilidad y Crecimiento algunos ya habíamos propuesto igualmente insertar reformas liberales del mercado, la competencia, los sistemas de pensión, etc. Sin embargo, algunos países objetaban que estas cuestiones se habían vuelto tan "históricas" y sociales que no podían aceptar, al respecto, la misma disciplina que en materia presupuestaria. Pero ya es hora de moverse en la dirección de una mayor disciplina.
- Handelsblatt: ¿necesitamos una nueva estructura para el mecanismo que propone?
- Draghi: Una estructura no es necesaria en lo inmediato. Es suficiente con un concepto comparable al Pacto de estabilidad y crecimiento.
- Handelsblatt: ¿Un segundo pacto, pues?
- Draghi: Sí, un nuevo pacto. Dentro de Europa, necesitamos una gestión económica más fuerte, que debe conducir a reformas estructurales coordinadas y a más disciplina.
- Handelsblatt. ¿Debería haber penas más duras para los países que no se atienen a los acuerdos?
- Draghi: Sí, creo que necesitamos normas más estrictas, que penalicen cada desviación de estas normas y cada inyección de fondos que no venga del mercado [es decir, la prohibición de todas las subvenciones Estado, NDA] por una política de sanciones económicas y políticas significativamente mayor que en la actualidad.[12]
Para quien aún no lo haya entendido, Draghi confía al diario Frankfurter Allgemeine: "todos tenemos que seguir el ejemplo alemán."[13] Feliz por la marca de calidad que se les otorga, los alemanes no plantean ninguna objeción a que el sucesor de Jean-Claude Trichet al frente del Banco Central Europeo sea... Mario Draghi.
El "súper pacto" o Pacto Euro Plus
Jueves, 24 de marzo de 2011, veinte mil manifestantes FGTB se reúnen en Bruselas frente a la sede de BusinessEuropa. "Este es un ataque sin precedentes contra los trabajadores. Son los trabajadores quienes se ven afectados, no los especuladores que causaron la crisis, afirma el presidente de la FGTB, Rudy De Leeuw. Los jefes gobierno europeos están haciendo planes para reducir los salarios, aumentar la edad de jubilación y llevar a los trabajadores a competir los unos con los otros. Son medidas exclusivamente económicas, que desmantelan la solidaridad." El mismo día, diez mil miembros de la CSC se reúnen al pie del Atomium. El PTB está presente en ambas manifestaciones masivas y distribuye un folleto, "Merkel y Sarkozy tiran de la cuerda: contra de nuestro trabajo, nuestros salarios y nuestra pensión."
A pesar de las protestas sindicales, al día siguiente, el 25 de marzo, el Pacto Euro Plus se aprueba oficialmente con el nombre de "Europacto". En sentido estricto, este pacto sólo se aplica a los países de la zona del euro. Pero como algunos países de fuera de la zona del euro - Dinamarca, Polonia, Letonia, Lituania, Bulgaria y Rumania – se unen a este pacto, es rebautizado con el nombre de "Pacto Euro Plus».
Los Estados-miembro europeos son sometidos a una estricta supervisión para implementar un programa que genere un dumping social y fiscal, una inseguridad generalizada en el empleo, desregulaciones y privatizaciones. La obsesión, como en Alemania, de reducir los costos de la mano de obra y de ofrecer grandes dividendos a los accionistas es sellada en el pacto. Todos los empleados se ven obligados a oponerse los unos a los otros en una competencia brutal. Mientras en Bélgica los políticos se ocupan durante cientos de días en competir por un pedazo de territorio, con la mirada fija en los medios de comunicación, el robo a mano armada de big business se lleva a cabo sobre el mundo del trabajo europeo .
En la introducción del Pacto, se puede leer: "Además de los esfuerzos actuales, un esfuerzo adicional será necesario, con obligaciones específicas y acciones más ambiciosas que las ya adoptadas, y con un calendario de ejecución." Se advierte: el Pacto Euro Plus es un súper-pacto que quiere ir más lejos que nunca, y que pretende intervenir en áreas que hasta ese momento se encontraban bajo la responsabilidad de los Estados miembros.
En el Pacto, cada Estado será monitorizado para vigilar "una serie de indicadores acerca de su posición competitiva, su tasa de empleo, la gestión de las finanzas públicas y la estabilidad financiera". Estos indicadores se registran durante el ciclo del semestre Europeo. En la práctica, esto significa que la lista de normas con las que se juzgará a cada país pueden extenderse indefinidamente. Y esto, bajo la amenaza de sanciones del "Six Pack" sobre cada uno de estos indicadores. De esta manera, los costes laborales por unidad de producción se compararán entre cada país en Europa, y también con "los socios comerciales más importantes", y esto, sector por sector. Esta comparación, obviamente, sólo servirá para poner a competir en todas partes los costos laborales. Desde el año 2005, los salarios reales en Alemania se redujeron en un 7%[14]; ¿por qué no podría suceder lo mismo en otros lugares? Para aquellos que no lo han entendido, el pacto añade: "Los aumentos salariales permanentes a gran escala puede conducir a una pérdida de capacidad competitiva."
El pacto es una declaración de guerra a los salarios, calcado enteramente de la política monetaria alemana. La brutal formulación Merkel sobre la supresión de la actualización automática de salarios con subida de los precios sin duda no se recoge. Sin embargo, en un lenguaje que expresa que entramos en la cuerda floja y que las apuestas son altas, indica con claridad que "hay que diseñar medidas sobre los mecanismos de formación de los salarios y, en caso necesario, sobre el grado de centralización de la negociación salarial. Del mismo modo, los mecanismos de actualización automática de salarios con subida de los precios deben ser revisados".
La jerga vaga y pseudo-diplomática no puede ocultar el contenido: los convenios laborales, que determinan el nivel de los salarios y condiciones laborales en todos los sectores, - incluidos los más débiles- estarán bajo presión. Lo mismo sucederá con los acuerdos sectoriales. Businesseurope prefiere que cada trabajador negocie - si es posible de forma individual - su contrato de trabajo. La fuerza del número se neutraliza. Y la amenaza sobre la actualización automática de salarios con subida de los precios persiste.
De acuerdo con el Pacto Euro Plus, además también es conveniente "adoptar medidas para garantizar que los acuerdos sobre los salarios en el sector público se comparen en términos de capacidad competitiva con el sector privado." Tenemos que releer esa frase para comprender plenamente su significado. Debido a que la consecuencia es - nuevamente - visible en Alemania: "En la City Post [empresa privada] de Leipzig, los trabajadores responsables de la clasificación y distribución de la correspondencia recibirán 3,6 centavos de dólar por carta. Después de cien cartas - lo que lleva algún tiempo – han ganado por tanto 3,6 euros. Tienen que hacer el recorrido con su propia bicicleta. Este con tipo de negocio con quien ahora debe competir la Deutsche Post ", observa un sindicalista[15].
Y la cosa no se acaba aquí. De acuerdo con el pacto, las "áreas protegidas" deben ser "desbloqueadas". Se acabaron las leyes para protección de los farmacéuticos, peluquerías, taxis, notarios o veterinarios. El horario de apertura de los comercios debe "relajarse" con el fin de avanzar hacia una "economía de 24 horas" generalizada. Con la mirada puesta en la estimulación de la "flexiseguridad" – eufemismo para decir "flexibilidad total" -, el pacto también pretende “reducir las cargas sobre el trabajo", es decir: las cotizaciones patronales a la seguridad social deben aligerarse. El pacto llama a igualmente a la "una bajada fiscal común sobre el impuesto de sociedades." Es un estímulo para que los países reduzcan los impuestos corporativos al irrisorio nivel de alemán del 15%.
El Pacto Euro Plus recoge más adelante que puede ser necesario "ajustar el sistema de pensiones a las características demográficas del país, por ejemplo mediante la vinculación de la edad autorizada para la pensión, en función de la esperanza de vida." Lo que sencillamente significa: trabajar más tiempo. Por eso, el pacto también quiere "limitar las regulaciones sobre las prejubilaciones." En definitiva: eliminar las prejubilaciones.
El Pacto Euro Plus también establece que "los Estados miembros participantes están obligados a incluir en su legislación nacional las normas de la Unión Europea en términos de presupuesto previstos por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento." Esta propuesta proviene igualmente- ¿como no podía ser de otra manera? - de Alemania, donde el Schuldenbremse (literalmente, el "freno a la deuda") se cuela en la Constitución desde 2009. Esto significa que ahora la Comisión Europea encierra todos los presupuestos en un corsé de estrechez financiera, sea cual sea la opinión de las coaliciones gubernamentales en el poder en los diferentes Estados miembros.
El autoritarismo al servicio del Santo Mercado
Con el Pacto Euro Plus, la UE establece un único camino posible. No se trata de garantizar el poder adquisitivo. De invertir para crear una economía y un empleo estable. Tampoco se trata de desarrollar una protección social sostenible como remedio contra la pobreza. Ni de aumentar los ingresos del gobierno haciendo que contribuya el pequeño grupo de quienes se benefician de la crisis. Y tampoco se trata de desarrollar los servicios públicos para garantizar a la población los derechos fundamentales. No, por supuesto. Sólo se trata de promover la competencia generalizada del todos contra todos, reduciendo de los salarios y la protección social la mínima expresión. Todo con el fin de promover las exportaciones.
El pensamiento único que se extrae de esta receta presentada como el único camino posible ya fue machaconamente repetido, manido, trillado, con pequeñas variantes, en casi todos los ámbitos de la escena política. Pero ahora, las últimas migajas de un debate democrático sobre el camino a seguir son eliminadas de un plumazo. ¡Bienvenidos a la era del autoritarismo al servicio del Santo Mercado!
La socialdemocracia europea gritó entusiasmada cuando el ataque explícito a la actualización automática de salarios con subida de los precios se borró del texto final. Sin embargo, esta concesión equivale a recular para saltar más lejos: un paso atrás a la espera de dar diez pasos hacia adelante. Conforme a lo solicitado por la Mesa Redonda y BusinessEurope, las autoridades europeas tienen por fin su instrumento para intervenir sobre los salarios, la actualización automática de salarios con subida de los precios, la fiscalidad. Materias todas ellas que aún están dentro de la competencia de los parlamentos nacionales, o de la negociación colectiva entre empresarios y sindicatos. Es la intención expresa de la Plus Pacto Europeo, que estipula con todas las letras: "El pacto se focaliza principalmente en las áreas que están incluidas en las competencias nacionales y que son la clave para aumentar el poder de competencia y reducir desequilibrios perjudiciales."[16]
En la Mesa redonda, se canta victoria: "Este acuerdo contiene muchos elementos que tienden hacia la realización de la visión de la mesa redonda sobre una Europa competitiva."[17] Businesseurope da gritos de alegría. Este grupo ha dado en el clavo constantemente: "la transposición de normas europeas en relación a la deuda y el déficit en las legislaciones nacionales", "un vínculo más estrecho entre la edad de jubilación y la esperanza vida”, “una mayor flexibilidad de las estructuras de negociación salarial ","un cambio de impuestos directos a impuestos indirectos[18]". una tras otra, estas exigencias se han transcrito casi literalmente en el Pacto Euro Plus.
Denso humo azul en Europa
El motor a tres tiempos no existe. Los motores funcionan o a cuatro tiempos – equipados en casi todos los vehículos- o a dos tiempos, como los que todavía impulsan algunas motocicletas. Y, sin embargo, parece que la UE quiere desafiar esta ley fundamental de la mecánica. Ahora que se aceptó el Pacto Euro Plus, es casi como si funcionase en un motor a tres tiempos que emitiese un denso humo azul.
¿Cómo funcionan las partes de este motor a tres pactos?
En primer lugar, en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, los gobiernos de los Estados miembros indican la hoja de ruta que quieren seguir para llevar, a la mayor brevedad posible, su déficit presupuestario al 3% del PIB y la deuda pública al 60%. La Comisión podrá exigir medidas más estrictas, o estimar, por ejemplo, que no se ahorra lo suficiente en el costo de los funcionarios. Sólo entonces tienen algo que decir los Parlamentos Nacionales.
A continuación, mediante las "reformas estructurales" de la estrategia Europa 2020 (el segundo pacto), la restricción se hace más sofocante, porque fija objetivos a medio plazo. Para elevar la tasa de empleo hasta el 75%[19], la Comisión Europea presentó una serie de pistas entre las que pueden elegir los Estados miembros. Esta "libre elección" permite escoger en el buffet: trabajar más años, retrasar la edad de jubilación, aumentar la flexibilidad, crear más puestos de trabajo interino o a tiempo parcial, desmantelar los convenios, reducir la protección contra despidos, bajar las cotizaciones sociales, disminuir el subsidio por desempleo y limitarlo en el tiempo. Es la visión neoliberal tallada sobre el mármol. No se trata de empleos estables, dignos y duraderos, sólo cuenta la ley de la oferta máxima de mano de obra, donde la competencia del todos contra todos ejerza una presión constante sobre los salarios.
Finalmente, con el Pacto Euro Plus, la mano de hierro de la tutela europea puede actuar como considere oportuno. Ningún aspecto social está a buen reguardo, porque todo lo social cuesta dinero y a los ojos del big business constituye una amenaza para la competitividad, es decir, para el alfa y el omega de este pacto.
Cuando, en el programa de televisión de la VRT –NdT: televisión flamenca- Terzake del 17 de mayo de 2011, se le pregunta a Wouter Beke (CD & V) sobre cuál sería la mejor coalición gubernamental, responde: "Un gobierno de derechas o de izquierdas es un falso debate: será, ante todo, un gobierno europeo, un gobierno que aplicará lo que Europa imponga." Pronuncia estas palabras mirando al cielo, su propio partido político a escala europea - el Partido Popular Europeo – no hubiese sido el que diseñó este yugo antidemocrático... He aquí alguien que, por una parte, ayuda a instaurar un régimen de tutela sobre los gobiernos europeos, y que, por otra, pretende ser la víctima de dicho régimen. Anotemos de paso que esta doble personalidad no es exclusiva de los políticos demócratas-cristianos.
Desde un punto de vista jurídico, la tutela es "una medida de asistencia destinada a proteger los intereses de una persona considerada incapaz de gobernarse a sí misma." Y es de lo que se trata. ¿Qué piensa la opinión pública de un Estado miembro? ¿Qué opinión tiene la constelación parlamentaria en un Estado particular? Esto ya no importa. Los diputados ahora tienen una bola de plomo atada en el tobillo, al igual que los hermanos Dalton encarcelados el comic Lucky Luke. No pueden tomar decisiones autónomas en materia de seguridad social, pensiones o presupuestos del Estado. Son despojados de todos los poderes propios, creativos e independientes en relación a las necesidades socioeconómicas de su país. A lo sumo, se pueden desarrollar proyectos, pero si no están adaptados al molde de las políticas liberales de la Comisión Europea, tendrán que ser corregidos.
Durante la larga crisis política en nuestro país, el gobierno en funciones presentó su informe correspondiente al semestre europeo. La Esfinge Azul de la Comisión Europea lo analizó y aprobó seis recomendaciones. Son impresionantes. Bélgica debe reducir su déficit presupuestario "por medidas específicas - especialmente en el gasto público". En materia de pensiones, nuestro país debe "tomar medidas para prevenir el abandono prematuro del mercado de trabajo" para "elevar la edad efectiva de jubilación." Bélgica también debe "reformar el sistema de negociación colectiva y la incorporación de la inflación a los salarios", "consultando a los interlocutores sociales". Por otra parte, hay que "mejorar la participación en el mercado de trabajo", gracias a "poner en marcha un sistema de reducción gradual del desempleo". También es aconsejable la subida del IVA: nuestro país debe tomar medidas "para transferir la carga fiscal del trabajo al consumo." Los primeros planes de Di Rupo 1o se inspiraron en gran medida en estas recomendaciones (salvo en la incorporación de la inflación a los salarios, temporalmente): la predicción de Wouter Beke se hizo realidad.
La ratificación del Six-pack, o la coronación de la obra
Jueves, 23 de junio de 2011, los seis reglamentos del Six-pack son provisionalmente ratificados por el Parlamento europeo. Conservadores y liberales defienden el texto con entusiasmo.
Hoy, los socialdemócratas y los ecologistas afirman haberse opuesto al Six-pack. La realidad es bien distinta. Cuatro de los seis reglamentos conciernen a la política fiscal: aprobada por los social-cristianos y liberales, los socialistas votaron en contra. Los partidos socialistas creen que una política de austeridad "sin política de recuperación del crecimiento está condenada al fracaso." Y ponen como ejemplo... los Estados Unidos, "los Estados Unidos, también se enfrentan a una segunda ronda de la recesión y con una deuda mayor que en la zona del euro, Obama respondió con un plan de 450.000 millones de dólares en favor del empleo.[20]" Lo que falta por tanto es un plan Obama para Europa, es decir, añadir al plan de austeridad un plan para ayudar a las empresas, eufemísticamente llamado "plan de empleo". Es necesario "reequilibrar las cosas", pero no tocan nada fundamental de la orientación de la Unión Europea: el Partido Socialista Europeo sigue apoyando la Estrategia Europa 2020. Una estrategia que, con la lógica del beneficio, supone un ataque a los salarios y a las condiciones de trabajo.
Ecolo y el PS votaron una parte esencial del Six-pack.
Los partidos socialistas europeos, así como los ecologistas, aprobaron dos de los seis reglamentos del Six-pack sobre "la prevención y corrección de los desequilibrios macroeconómicos", una referencia al Pacto Euro Plus... Una normativa esencial como hemos visto: precisamente esa es la que confiere a la Comisión la autoridad para establecer un nuevo tablero competitivo entre los Estados miembros de la Unión Europea.
El costo laboral también están en el punto de mira. Esto concierne al acuerdo sobre los convenios colectivos de trabajo, la incorporación de la inflación a los salarios, las regulaciones laborales, las cotizaciones sociales... La Comisión puede llevar a cabo "inspecciones" con los Estados miembros, establecer un "monitoreo continuo" y emitir "consejos y advertencias." Tiene un aire de una familia con el Bundesagentur für Arbeit alemán y sus inspecciones de forma inesperada y en cualquier momento al domicilio de los parados. Excepto que aquí no se aplica a los desempleados, sino a estados soberanos.
Louis Michel (MR), Anne Delvaux (CDH), Dirk Sterckx (VLD), Marianne Thyssen (CD & V): todos ellos eurodiputados belgas que están "por". Pero los parlamentarios socialdemócratas y los verdes también aprietan el botón del "sí". Frédéric Daerden (Ps), Isabelle Durant (Ecolo), Bart Staes (Groen!), Kathleen Van Brempt (movimiento)... ¡todos lo aprueban! Al igual que sus compañeros socialdemócratas y verdes de otros países. Que sí, que, por supuesto, preferirían que también se incluyesen una serie de indicadores sociales en panel de puntuaciones. Pero todos están de acuerdo con el principio de unos indicadores competitivos y una Comisión investida de la autoridad para imponer sanciones. "Damos la bienvenida a las nuevas propuestas en materia de vigilancia macroeconómica. Dan a la Comisión la capacidad de controlar los desequilibrios que pueden afectar a la cohesión de la zona euro", dijo después de la votación, el eurodiputado Ecolo Philippe Lamberts[21].
A pesar de las diferencias de opinión sobre las modalidades del Six-pack – pero que no afectan a la sustancia - y después de un voto "provisional" el 23 de junio de 2011, el "paquete" es finalmente aprobado el 28 de septiembre de 2011, en una sesión plenaria del Parlamento Europeo. El comportamiento de los votantes son más o menos idénticos. Los socialdemócratas volvieron a votar a favor de la Comisión Europea investida de un poder comparable al de una agencia de calificación, ejerciendo un control permanente sobre las políticas socio-económicas de los Estados miembros. Así, casi todo el espectro de las decisiones socio-económicas pasan del nivel nacional al de la Comisión Europea, tecnócrata y no elegida. Todo en el más absoluto de los silencios. Esto es la revolución silenciosa de la que hablaba Barroso.
Sólo el grupo parlamentario de la Izquierda Unitaria Europea, que incluye entre otros a los partidos comunistas de Grecia y Portugal, votaron un "no" en toda regla a los reglamentos del Six-pack.
Cuando el Six-pack está de promoción en Bélgica
En enero de 2012, el Six-pack se concreta en Bélgica.
Sobre la base de la parte del Six-pack concerniente a la "disciplina fiscal", el Comisario Europeo Olli Rehn, envió un escrito de requerimiento al Gobierno belga el 5 de enero: sobran de 1.3 a 2 mil millones en el presupuesto presentado por Bélgica para estar por debajo del 3% de déficit. Tres días después, el 8 de enero, el Gobierno belga acordó congelar temporalmente 1.300 millones de su presupuesto esperando el ajuste presupuestario previsto en febrero. Ajuste que debería conducir a un mayor ahorro.
Peor aún, la Unión Europea avanza en el "endurecimiento". Se alcanza un acuerdo en la Cumbre Europea de 30 de enero: construir una "regla de oro" para fijar en el mármol (es decir, en las constituciones), el objetivo de los presupuestos sin déficit y de las sanciones financieras casi automáticas cuando el déficit supere el 0,5% de su PIB.
Si esta regla de oro iba se introdujese, prohibiría a cualquier país, incluso en tiempos de grave crisis, los préstamos para apoyar el gasto social y / o estimular la economía. Se trata de fijar en la ley la voluntad de aplicar permanentemente de una política económica monetarista (la política que se centra en el mantenimiento de una moneda fuerte, baja inflación y un estado social mínimo). Lo cual es absurdo económico, y también antidemocrático.
[1]Citado en Naomi Klein, La doctrina del Shock, actes sud, arles, 2010. http://moncadista.files.wordpress.com/2008/01/16310853-klein-naomi-la-do...
[2]ERT, European Governance for greater competitiveness, noviembre 2002.
[3] Ibidem.
[4] Palabra-maleta que une flexibilidad (por ejemplo una gran facilidad de despido del personal) y seguridad (indemnizaciones importantes para los trabajadores despedidos).
[5] Andreas Wehr, op .cit., p.99.
[6] ERT, Vision for a competitive Europe in 2025, février 2010 (www.europeontrack.eu).
[7] Businesseurope, Declaration on Economic Governance, 22 octubre 2010.
[8] Henri Houben, « stratégie de lisbonne : attention, chute d’emplois ! », Gresea, Bruxelles, septiembre 2010.
[9] Petra Pinzler, « Een EU gemaakt door duitsland », Die Zeit, 3 febrero 2011.
[10] Euractiv.de, « Wir sagen anderen nicht : “Friss oder stirb” », 9 febrero 2011.
[11] « Business against europe : Businesseurope celebrates social onslaught in europe », 23 marzo 2011.
[12] Handelsblatt, 19 marzo 2010.
[13] Frankfurter Allgemeine Zeitung, 15 feberro 2011.
[14] Persbericht sahra Wagenknecht, « Binnenmarkt stärken statt sozialkürzungen erpressen », 8 noviembre 2011.
[15] MO* Magazine, mayo 2011.
[16] « Conclusions of the Heads of state or Government of the euro area, 11 mars 2011, annex 1 : a Pactfor the euro ».
[18] Corporate europe observatory, Business against Europe : BusinessEurope celebrates social onslaught in Europe, 23 marzo 2011.
[19] El porcentaje de la población entre 15 y 64 años que trabaja.
[20] Comunicado del 30 de septiembre de 2011 del Grupo Socialista y Demócratas en el Parlamento Europeo.