Un partido de principios

Documentos VIII Congreso PTB (Bélgica)

 

Introducción

 

Este capítulo trata sobre los principios. Nuestros principios políticos, ideológicos y organizativos. El siguiente capítulo sobre nuestra flexibilidad, nuestra apertura y nuestra capacidad de logar una actitud táctica. Existe un vínculo entre los dos capítulos. Un cuerpo necesita piernas y brazos flexibles, pero también una columna robusta. Sin esta columna vertebral, la flexibilidad es la flexibilidad de un muñeco de trapo.

 

¿Cuál es la columna vertebral del partido?

1 . Somos capaces de establecer un vínculo entre los principales problemas de nuestro tiempo - la pobreza, el desempleo, el estrés, el hambre, la escasez de agua, la guerra, el agotamiento de la tierra... - a partir de un análisis marxista coherente y global.

2 . Pero establecer este vínculo no es suficiente. Es necesario dar una respuesta global. Una sociedad socialista ofrece garantías para el progreso social sostenible, la participación popular, la paz y la protección de la naturaleza. Esta es la meta que perseguimos.

3 . Para lograr este objetivo, el partido se basa en una serie de principios ideológicos y organizativos.

 

Estos tres puntos determinan nuestra identidad como partido. Nos distinguen de los partidos tradicionales. Son la fuerza y la vitalidad del partido. Los partidos que "olvidan" sus principios se desmoronan. No se puede ser "un poco más" o "un poco menos" firme en los principios. Como partido, somos firmes en los principios o no lo somos.

 

Algunos compañeros dicen que el principal objetivo es que el partido intervenga de una manera más abierta, más flexible y más táctica. Es un error. El objetivo principal del partido es ser firme en los principios y ser flexible. Las dos cosas a la vez. El que separa los principios de la necesidad de ser flexible, abierto y táctico, se retirará rápidamente bajo la presión del capital.

 

Este peligro no es nuevo. La historia enseña que el abandono de los principios en nombre de la táctica y la flexibilidad puede ser algo muy rápido. En 1885 se fundó el Partido Obrero de Bélgica, el precursor del actual Partido Socialista. El POB transformó rápidamente una serie de principios socialistas - especialmente tras su primera victoria electoral en 1894. Vale la pena examinar este proceso un poco más de cerca.

 

Surgió una gran aversión hacia el debate de fondo y la teoría socialista. “Sólo me interesa lo que es directo", dijo el líder Anseele. Se adaptaba a los acontecimientos del día, quería definir su actitud en función de cada caso. Las características principales del sistema capitalista, los objetivos del socialismo, los intereses a largo plazo de la clase obrera... todo esto fue rápidamente "olvidado " y sacrificado en pos de los beneficios reales o supuestos del momento.

 

A pesar de los estatutos, el poder dentro del partido se deslizó hacia los parlamentarios a costa de los dirigentes electos, del Consejo general. Los parlamentarios se colocaban por encima de la dirección del partido. Comenzaron a trabajar en función de la vida parlamentaria o en base a ella y no al servicio del conjunto.

 

El partido se convirtió en el partido de la legalidad parlamentaria en vez de ser el partido de la lucha de clases. El partido terminó teniendo miedo del movimiento obrero. Llamaba a la calma. Hizo “disolver” las grandes huelgas de 1902 y 1913 sin que hubiesen logrado nada. El movimiento obrero se considera cada vez más como un potencial electoral y no como la fuerza real para lograr una transformación socialista.

 

La visión del futuro de la sociedad y el socialismo se evaporaron. La lógica del partido se convirtió en: "No remar contra la corriente actual, porque nos va a costar votos." El derecho de las mujeres a votar fue rechazado porque no era" popular." Y cuando la trabajadora textil Emilie Claeys continuó luchando por este derecho, fue expulsada del partido.

 

El POB desarrolló la teoría de que una mayoría parlamentaria podría llevar a nuestro país hacia el socialismo. Poco a poco, hacía falta tomar las riendas de la sociedad a través del parlamento. De hecho, con esta teoría, el POB se limitaba la lucha y la acción del partido a las reformas. Impidió que el movimiento obrero creciese, se profundizase y que ampliase sus objetivos. Cayó en la estrechez del reformismo. Dio la espalda a lo que Marx había escrito: un vuelco, una revolución es necesaria para poner fin a la dominación del capital.

 

A medida que el POB abandonaba los principios socialistas, abandonaba igualmente su apoyo a la lucha anticolonial. Desde 1900, el POB empezó a hablar de una "política colonial positiva." Junto con los líderes de las grandes corporaciones, la Societe Generale , el Sindicato Minero, etc . la dirección del POB abogaba por la transferencia de Congo, propiedad privada del rey belga Leopoldo II, hacia el Estado belga y por lo tanto dejó de lado la libre autodeterminación del pueblo congoleño.

 

Cuando la Primera Guerra Mundial cernía sobre el horizonte como una amenaza, la dirección del partido escogió la guerra frente a la paz. Se posicionó contra el internacionalismo y optó por una alianza con su propia burguesía. La guerra, conocida aquí por sus trincheras, fue una guerra por la redistribución de las colonias y esferas de influencia.

 

Sin dudarlo, el partido votó los créditos de guerra. Emile Vandervelde, el presidente del POB, describió la guerra como "una guerra santa por la justicia, la libertad y la civilización." Esta guerra acabaría con la vida de más de diez millones de personas.

 

Estas lecciones de la historia del POB son particularmente instructivas. Ponen de relieve los peligros que aún existen en la actualidad. Un miembro de nuestro partido, que estuvo activo durante años en el PC, dijo: "He tenido esta discusión en su tiempo en el PC, incluso como director de Rode Vaan. La tendencia a posicionarse como un "un partido flexible" terminó más tarde como un "club sin principios”, lo que acabó arruinado al partido."

1 . El marxismo

Las preguntas de un trabajador temporal sobre su futuro. La ira de los carteros sobrecargados. Los problemas familiares debido a los horarios imposibles y la flexibilidad. La soledad del pensionista en un hogar de ancianos. La agresividad como resultado de la tensión y la incertidumbre. El temor de los padres a que sus hijos no puedan matricularse en la escuela.

 

¡Tantas preguntas y tantos problemas! Pero hay un vínculo entre todos. Y la respuesta a estas preguntas se basa en una visión coherente del hombre y de la sociedad, en una concepción del mundo. La visión del mundo de PTB se llama marxismo. Sus cimientos fueron puestos por Karl Marx, Friedrich Engels y Vladimir Lenin. El marxismo consiste de cinco grandes componentes que en conjunto forman un conjunto coherente y armonioso.

 

1.1 . La comprensión del universo, del mundo y la humanidad

Buscamos una actitud objetiva y racional. Partimos del desarrollo más reciente de la ciencia. Intentamos entender la naturaleza, el hombre y la sociedad “tal y como son." No buscamos explicaciones fuera de la realidad.

 

La naturaleza, el hombre y la sociedad están en permanente desarrollo y cambio. El mundo se mueve. El movimiento es el resultado de la conexión dinámica de todos los elementos, de sus relaciones mutuas y de sus contradicciones. Es un proceso continuo de abandono de un estado para entrar en otro. Nos fijamos en las cosas de su interdependencia, en su contexto. La parte es una parte de un todo. El aislamiento de las partes del conjunto proporciona una imagen deformada.

 

Esta filosofía se llama materialismo dialéctico.

 

1.2 . La comprensión de la historia

Para vivir, la gente tiene que comer, beber, vestirse, necesita una vivienda. Deben "producir”. Esta producción, y más concretamente las relaciones sociales de producción son la base de la sociedad.

 

Si queremos exponer la vida del hombre moderno en cien páginas, noventa describirían una sociedad comunal, diez páginas abarcarían un periodo de explotación del hombre por el hombre, y las últimas diez  líneas hablarían del capitalismo. Y no es el final de la historia. Durante más de 100.000 años los seres humanos vivieron en una comunidad de cazadores-recolectores en una economía primitiva. El desarrollo de nuevas técnicas, hace menos de 10.000 años, llevaría al cambio. A partir de ese momento el hombre logró producir un excedente para compensar las malas cosechas y estaciones. Apareció la posibilidad de que algunos grupos se apropiasen sistemáticamente del excedente de los otros. La naturaleza igualitaria desapareció, la sociedad comenzó a dividirse en clases, explotadores y explotados. El reclutamiento de hombres armados, la inversión en nuevas tecnologías, la promulgación de leyes, en definitiva, un Estado, fue algo necesario para controlar los excedentes. El Estado no nació como un órgano neutro que rodea a la sociedad, sino como un instrumento de poder de la clase propietaria.

 

La economía es la base, la infraestructura de la sociedad. Las instituciones políticas e ideológicas son una etapa superior, son la superestructura. Los avances científicos y tecnológicos y la lucha entre las clases son las fuerzas motrices de la historia del mundo. Esta concepción de la historia se llama materialismo histórico.

 

1.3 . La comprensión de la lucha entre las clases

En las sociedades esclavistas, y más tarde, en las feudales así como en la sociedad capitalista, un pequeño grupo se apropia del excedente. Las sociedades evolucionan, no hay nada establecido para siempre. Una forma de sociedad se puede transformar en otra en un tiempo relativamente corto: cuando la antigua forma de sociedad se convierte en un obstáculo insoportable para el desarrollo de la ciencia y la tecnología y las posibilidades de producción. Las tensiones entre las clases se enconan, de manera que las relaciones sociales deben cambiar. Son las revoluciones. Entre los años 1750 y 1850, en la Europa continental, la sociedad feudal pasó a una sociedad capitalista. La burguesía eliminó el poder de manos de la nobleza. En otras palabras, las personas hacen la historia.

 

En la nueva sociedad burguesa nacen nuevas clases. La gran industria dio a luz a la clase obrera. Marx y Engels aportaron a esta joven clase la comprensión de que un gran cambio social sólo podía ser obra de la misma clase obrera. No, el socialismo no era una quimera de soñadores, sino el resultado necesario de la evolución de la sociedad moderna. Marx y Engels sustituyen las quimeras por la ciencia. Enseñan a la clase obrera, todavía joven, el auto-conocimiento y la auto-conciencia: los cambios sociales fueron llevados a cabo por trabajadores de carne y hueso, por trabajadores y por sus miles de líderes y representantes activos en los lugares de trabajo durante los días de lucha, pero también durante los días más difíciles.

 

Esta lucha de clases es una lucha política, una lucha por el poder en la sociedad. Para no repetir lo que ya existe, sino para establecer un nuevo estado, una nueva sociedad y desmantelar las viejas formas.

 

1.4 . La comprensión de la economía

Una clase produce la riqueza, otra se la apropia: es la explotación. En la sociedad capitalista, esto se hace mediante la plusvalía. El trabajador vende su fuerza de trabajo al empresario. Por su trabajo, se le pagará el salario que necesita para su mantenimiento, capacitación, salud, alojamiento... Pero el trabajo del obrero vale más que su sueldo. Esta plusvalía va al bolsillo del empresario y es de donde obtiene su beneficio. En el sistema capitalista, cada empresario busca el máximo beneficio. De lo contrario, es inevitable sucumbir bajo el peso de la competencia. Por esta razón exige un trabajo más intenso, una mayor flexibilidad, lleva a cabo reestructuraciones, busca materias primas al precio más bajo posible, quiere jornadas de trabajo más largas y las áreas de oportunidad - o mercados - más grandes posibles. Mientras la producción aumenta, el poder adquisitivo real de la población activa disminuye. Es cuando aparecen las crisis de sobreproducción.

 

A esta doctrina económica, la llamamos la economía política del marxismo.

 

1.5 . La comprensión de las experiencias del socialismo

Los esfuerzos para lograr un mundo distinto del mundo capitalista no son nuevos. Por eso es absurdo hacer tabla rasa de las experiencias de lucha y del socialismo del pasado.

 

Los países socialistas han tenido que construirse en circunstancias especialmente difíciles, y con frecuencia a partir de relaciones sociales atrasadas y feudales. Consagraron un enorme esfuerzo para desarrollar las fuerzas productivas sin explotación colonial. Eliminaron el desempleo y establecieron leyes de trabajo más progresistas. Realizaron campañas de alfabetización a una escala sin precedentes, llevado a la práctica el derecho a la enseñanza, así como la igualdad de derechos para las mujeres. Fundaron los primeros servicios de salud nacionales e hicieron de la salud un derecho.

 

El socialismo se tuvo que construir en permanente conflicto con un capitalismo extendido por todo el mundo. Y esto le marcó. Desde el primer día de su existencia, la joven Unión Soviética se enfrentó al intervencionismo, al bloqueo económico, al cerco político y militar, la subversión, el sabotaje y la desinformación. La joven Unión Soviética se tuvo que enfrentar a una guerra de intervención y, posteriormente, dio una contribución decisiva a la derrota del fascismo hitleriano. Costó mucha fuerza y energía, que no pudieron invertirse en otras áreas.

 

En esas circunstancias, la construcción de una sociedad socialista siempre ha sido un proceso. En Europa, el sistema capitalista ha necesitado más de 200 años - y una gran violencia – para afianzarse. El socialismo también necesitará tiempo. No hay recetas para la construcción de una nueva sociedad. Es un largo proceso histórico, con altibajos. Con grandes logros, pero también con serios errores.

 

La contrarrevolución de Terciopelo, que acabó con el socialismo en la Unión Soviética y los países de Europa del Este, tuvo consecuencias dramáticas. Esto también es una lección de historia. Una gran parte de la producción industrial y agrícola fue destruida. Los habitantes de los antiguos países socialistas han visto cómo se hundía considerablemente su nivel de vida. La mafia, la prostitución infantil, el alcoholismo, el tráfico de órganos, la corrupción masiva y el nacionalismo extremo experimentaron un auge. También cambió la situación en Europa Occidental. Una vez desmontado el bastión socialista, se lanzó un ataque contra las conquistas sociales y políticas. La correlación de fuerzas internacional ha cambiado. Los Estados Unidos, como sola superpotencia, comenzaron con una agresiva marcha para conquistar el mundo.

 

Hay dos  peligros en la actitud frente a la teoría marxista:

 

La comprensión requiere estudio. Conocer y entender el marxismo no es algo que caiga del cielo. El estudio debe hacerse a conciencia, no superficialmente. El primer peligro es la subestimación del estudio y la importancia de la teoría. Algunos tienden a hablar en lo inmediato de las resoluciones prácticas y obvian el análisis y la discusión de fondo. Es un error. La teoría es importante para establecer los principios, la estrategia, la política y la táctica. Sólo a través de un análisis adecuado, pegado a las circunstancias, somos capaces de proponer las consignas, formas de organización y las propuestas adecuadas.

 

Otros tienden a limitarse a la discusión teórica y analítica, sin convertirla en una política y táctica hacia la práctica. Es el segundo peligro: la separación del estudio y la práctica. El estudio sirve para mejorar la práctica. Y en la práctica se plantean nuevos problemas que requieren nuevas respuestas. El marxismo es una ciencia viva. Está en perpetuo movimiento. No es una colección de fórmulas. No es un libro de cocina: tantos gramos de esto, tantos de lo otro... Se trata de conocer la teoría con las puntas de los dedos y ser capaz de aplicarla de manera creativa en la situación actual. De esa manera también crece la teoría y adquiere múltiples facetas adicionales. Esto es aplicable a cualquier disciplina científica: es la práctica, con sus numerosos ensayos y errores la que la hace avanzar. Aquellos que lo olvidan caen en el inmovilismo y el dogmatismo.

 

2 . La población trabajadora porta consigo el futuro

La clase obrera de hoy no es la misma que hay 150 o 200 años.

 

Es más internacional. Ya no se enfrenta a las empresas nacionales que luchan por el mercado interno, si no a las empresas transnacionales, "multinacionales", que producen a escala planetaria y luchan por el mercado mundial. Por ejemplo, Ford Motor Company cuenta con más de 350.000 empleados en 96 países diferentes, sin hablar de las subcontratas.

 

La clase obrera está experimentando una creciente integración del trabajo intelectual y manual. En los últimos años se han desarrollado increíblemente las tecnologías de la información, las comunicaciones y el transporte. El proceso de producción requiere más conocimientos técnicos. Esto significa que en muchas áreas, la distinción entre obreros y empleados se ha vuelto totalmente arbitraria: todos los trabajadores se incorporan a la producción.

 

La clase obrera está más dispersa. Las grandes empresas con decenas de miles de trabajadores han sido reemplazadas por grandes sistemas de producción. Esto ocurre mediante subcontratas, mediante la "externalización”. Alrededor de las grandes empresas nacen decenas de empresas suministradoras, de subcontrata, agencias de trabajo temporal y pequeñas empresas pseudo-independientes. La tradición sindical y el espíritu colectivo en los sectores combativos están bajo presión.

 

La clase obrera también se ha diversificado. En los servicios públicos, más de la mitad de las personas que ahora trabajan como autónomos. Muchos servicios públicos se han vuelto autónomos o privados, se incorporaron métodos de gestión privada y las condiciones de trabajo son cada vez más difíciles. Es el caso de las enfermeras del hospital, de los trabajadores de correos, maestros, algunos funcionarios...

 

Tenemos una visión global de la clase obrera. Una visión que unifica, que no divide. Sea la lucha de las acerías de Clabecq, la ira blanca del sector sanitario, el movimiento de los profesores, las acciones de los parados, de la banca o de las cadenas de restaurantes, estamos ante una sola clase de trabajadores que trabajan para lograr un salario. En nuestro país son unos cuatro millones de personas, con sus respectivas familias. Convertirse en un partido de trabajadores significa en primer lugar que la gente debe sentirse como en casa en el partido (véase el Capítulo 4).

 

Por razones estratégicas, dedicamos especial atención a las grandes cadenas de producción y los sectores clave de la economía, las empresas grandes, con sus subcontratas y las empresas que las abastecen. Estas redes de producción son el núcleo de la economía actual, y son ideales para la organización y la lucha. Aquí es donde trabaja la mayoría de la gente. Ahí es donde mejor se forma, organiza, y disciplina la gente por la producción. Es en estos sectores donde encontramos un gran conocimiento de las técnicas modernas y de planificación de la producción. Es frecuente que persistan las tradiciones de lucha. Por estas razones, los trabajadores de estas empresas son más capaces de entrenar a los demás sectores de la clase obrera en la lucha por una sociedad sin explotación.

 

Por tanto clase obrera puede haber cambiado, pero su lugar en la sociedad, en esencia sigue siendo el mismo. Es la importancia de la clase obrera que produce y genera riqueza. Y un grupo muy reducido de grandes accionistas, rentistas y grandes propietarios se embolsan esta riqueza.

 

Una sociedad nueva puede funcionar sin la clase de los accionistas, los rentistas y grandes propietarios. Pero ninguna sociedad puede funcionar sin trabajadores. Que la clase obrera se ha vuelto más internacional, que tenga más conocimiento de los avances científicos y técnicos, la hace más fuerte para lograr y dirigir esta nueva sociedad. Está en condiciones de dominar el aparato productivo, socializarlo y ponerlo al servicio de todo el planeta. Por eso lleva el futuro consigo.

3 . Una sociedad sin explotación

Según la agencia alimentaria de la ONU, la tierra está en condiciones de alimentar a todos sus habitantes de manera duradera. Sin embargo, 842 millones de personas están crónicamente desnutridas y 2.000 millones no tienen ninguna seguridad alimentaria. Cada 3,6 segundos, un niño muere. Erradicar el hambre costaría 24 mil millones de dólares, una décima parte de lo que costó la guerra contra Irak.

 

En Venezuela, en apenas dos años, 1,5 millones de personas aprendieron a leer y escribir con la ayuda de los profesores cubanos y el programa “¡Yo sí puedo!". Sin embargo, este modelo no se ha globalizado. Por el contrario, a nivel mundial, se cierran escuelas públicas y la enseñanza se encarece. Una quinta parte de los adultos del mundo no sabe leer ni escribir.

 

Las computadoras y la automatización son excelentes maneras de reducir la carga de trabajo, de tener una jornada de trabajo menos estresante. Sin embargo, ocurre lo contrario: los que trabajan deben trabajador más duro, ser más flexibles y prolongar la jornada.

 

El desarrollo de las energías renovables y su uso racional debe ser una prioridad para todos los gobiernos. Hay una gran necesidad de dinero para la investigación en esta área. Sin embargo, la potencia más fuerte a nivel mundial en el plano tecnológico, Estados Unidos, prefiere inyectar miles de millones de dólares en la industria militar que amenaza a los seres humanos y al planeta.

 

La mundialización actual no aporta ninguna solución. Al contrario, estamos asistiendo a la globalización de lograr el beneficio más alto posible. Es una amenaza para el hombre y el planeta. Queremos otro mundo, un mundo socialista: en el plano económico, político y ético.

 

3.1 . Economía

Gracias a las tecnologías de la información, las Naciones Unidas fueron capaces de desarrollar nuevos programas para proporcionar mapas de las necesidades de la población mundial. Las empresas transnacionales de la energía, la alimentación, la salud, el transporte y las comunicaciones están tan desarrollados que es posible cubrir estas necesidades a través de una planificación racional. Pero estas grandes empresas transnacionales están en manos privadas y deben funcionar para lograr el máximo beneficio posible. Las empresas no cierran porque tengan pérdidas, sino porque no producen suficientes beneficios. Las grandes compañías farmacéuticas, por ejemplo, no piensan en el paciente, si no en el dinero. Y lo seguirán haciendo, mientras sigan en manos de los grandes accionistas y bancos.

 

Queremos la propiedad social de los principales medios de producción. Esto significa que las grandes empresas, las grandes explotaciones agrícolas, agroindustriales, medios de comunicación y transporte sean de propiedad colectiva. 

 

Queremos una economía planificada para servir a la comunidad y al hombre sin dejar de estar en equilibrio con la naturaleza

 

La propiedad social de los principales medios de producción reúne a las distintas empresas para lograr un objetivo común. Se elimina la anarquía de la producción. Hace posible un reparto planificado de los medios de producción y de la fuerza de trabajo. La planificación se establecerá mediante la participación activa y significativa de la población trabajadora. Abarca a temas clave y proporciona la máxima descentralización, la mayor autonomía e la iniciativa personal posibles.

 

3.2 . Gobierno y Política

"Si la libertad de empresa se ​​enfrenta a la libertad de vivir, ¿qué libertad debemos limitar?" Esta frase apareció en la revista The Lancet refiriéndose a los exorbitantes precios que cobran las grandes farmacéuticas por sus medicamentos contra el cáncer.

 

Este sistema sólo sirve para proteger la "libertad de la máxima ganancia." A través de una infinidad de puertas traseras y redes, las grandes empresas tienen una gran influencia en las agencias estatales y en los partidos políticos tradicionales: mediante grupos de presión, por la puerta giratoria gracias a la cual los políticos acaban en los consejos de administración y, a la inversa, los managers reciben cargos los órganos del partido, etc . La clase trabajadora sin duda puede votar, pero de todos modos no puede decidir nada importante sobre el trabajo en las empresas, la vida en los barrios, la organización de la educación, la atención al cuidado de personas mayores o los servicios de salud en general.

 

El Estado tiene el ojo puesto en la vida de cada individuo. Nunca hubo tantas oportunidades para controlar a la gente: cámaras, tarjetas electrónicas, tarjetas bancarias, satélites, etc. El Gran Hermano te vigila. La libertad de asociación, la libertad de expresión y la libertad de organización están bajo presión. Y el Estado tiene a su disposición el poder judicial y la policía para, en caso necesario, reprimir y sofocar las revueltas.

 

Hay otro punto de vista completamente diferente, mucho más rico, del concepto de democracia. Una visión que también presupone un Estado diferente. La democracia, significa la participación personas, ¿no? ¿Las personas en el poder? Esto implica que los trabajadores tengan voz en las cosas importantes para la organización de la sociedad, a nivel de distrito, empresa, provincia, país. También significa la participación en la planificación de la economía, la organización de la educación, el conocimiento y la tecnología. Esto también implica que haya un nuevo poder judicial y un mantenimiento del orden nuevo que sean democráticos. Que los funcionarios electos trabajen por un salario normal, que rindan cuentas y que sean revocables. Y, finalmente, significa que el Estado socialista tiene el derecho de defenderse contra la agresión y el sabotaje. En resumen, el poder político es ejercido por los trabajadores. Hablamos de una democracia socialista participativa y un Estado socialista.

 

3.3 . Ética

En nuestra sociedad, todo, literalmente, está en venta. Se pone a prueba la capacidad de las personas de ser utilizadas, como con cualquier otra mercancía. La fría indiferencia de los beneficios deshumaniza las relaciones sociales y crea un entorno en el que la vida humana es vista principalmente como algo solitario y aislado. Los medios de comunicación son utilizados como "medios de sustitución" y no para el desarrollo social de las personas.

 

La confusión moral, el comercio en la cultura y en las relaciones, el irracionalismo, el éxito del egoísmo, las relaciones duras entre las personas, la adicción a la guerra y la violencia: éstas son las características de una época en declive.

 

El mundo del mañana, con una economía planificada, una democracia participativa y un estado socialista, ya muestra hoy que son posibles otras "normas y valores". El capitalismo crea el individualismo, pero el socialismo crea solidaridad. El capitalismo abandona a su suerte a las personas, anima al "sálvese quien pueda" y enfrenta a las personas. Pero el socialismo se dirige hacia la integración de las personas. Pretende el colectivismo, el humanismo, el internacionalismo y la lucha contra el racismo. Aspira a la honestidad, la modestia, la justicia y la responsabilidad.

 

Por eso 38 mil médicos cubanos han ofrecido su asistencia médica voluntaria en 92 países. Lo mismo que hacen a pequeña escala nuestros médicos de Medicina Para el Pueblo. En este pequeño espejo, vemos ya la sociedad del futuro que soñamos. Es necesario influir positivamente en los medios de comunicación de masas, en la educación, los comités vecinales, sindicatos y organizaciones de jóvenes para hacer a la sociedad receptiva a los valores humanos. Debemos buscar la victoria de la verdad sobre la mentira, de la solidaridad sobre el egoísmo, de la paz sobre la guerra, del desarrollo sobre el subdesarrollo, de la cultura sobre el analfabetismo, de la vida sobre la enfermedad y muerte.

4 . Acción social, reformas y cambios fundamentales

¿Acabaremos trabajando dentro de poco diez horas al día y cincuenta horas a la semana? ¿Cuál será nuestra pensión? ¿Seguiremos teniendo derecho mañana a la huelga y a expresar nuestras ideas? La Europa del "libre mercado”, que en realidad es la Europa de los grandes monopolios, amenaza gravemente los derechos democráticos y sociales.

 

El conflicto en torno a estos derechos adquiridos no es nuevo, es una constante lucha de las clases. El movimiento de los trabajadores puede lograr resultados importantes: el derecho a organizarse, el derecho de huelga, el derecho al voto, a la seguridad social, a vacaciones pagadas, a la jornada de ocho hora... estos resultados, fueron obtenidos gracias a confiar en sus propias fuerzas: organizando, concienciando, luchando y creando una correlación de fuerzas favorable. Nunca se concedió sencillamente una mejora esencial sin lucha o sin presión (a veces internacional). Y, al mismo tiempo, cada conquista supone igualmente una concesión del establishment "para evitar males mayores". También significa que ninguna conquista es definitiva o total. Lo que se conquista hoy puede volver a ponerse en cuestión mañana.

 

Nuestro discurso no es: "Vamos a solucionarte esto", si no "Coge el su destino en tus manos. ¡Organizaos, movilizaros, concienciaros!” Nuestro papel como partido es el de ayudar a educar, organizar y movilizar. Son las personas, en la oficina o en la escuela, en la fábrica o en el barrio, quienes toman medidas para arrebatar un cambio, grande o pequeño. Estos cambios concretos son necesarios porque mejoran las condiciones de vida y trabajo, y al mismo tiempo, la lucha por estos cambios es una "escuela" para descubrir el poder de lo colectivo, para aprender a dar orientación política.

 

En los próximos años, nuestro partido será especialmente activo en cinco campos: el progreso social, los derechos democráticos, la solidaridad internacional, la paz y la protección del medio ambiente. Las conquistas estarán en riesgo en todos ellos mientras los monopolios capitalistas tengan poder. Sin embargo, los diversos terrenos donde la gente se mueve convergerán finalmente en un gran movimiento para un cambio en la sociedad.

 

Esto no va a suceder de forma automática. Debemos trabajar. Los reformistas pretenden dividir al movimiento a través de concesiones y limosnas, llevando a la gente al pasotismo, la desmoralización y tratando de separarlos de la lucha de clases. Nuestro partido, por el contrario, busca consignas agudicen la toma de conciencia del movimiento. Ofrece formas de organización que amplían el rango de influencia del movimiento y lanza propuestas de acción que sumen a la mayor cantidad de gente posible al movimiento.

 

Porque el mundo del futuro, el socialismo, no caerá del cielo. No nos será ofrecido como regalo. Será el resultado de un largo período de conflicto entre los dos grandes campos enemigos diametralmente opuestos: la clase propietaria (el capital) y la clase obrera, en diversos terrenos. Y, finalmente, la clase obrera obtendrá el poder en sus manos, a expensas de la clase propietaria. Es un cambio de sociedad, una revolución socialista.

 

Hoy en día, en Europa, todavía estamos muy lejos de esta situación. La historia nos enseña que la transición a otra sociedad debe completar dos condiciones - en términos generales.

 

En primer lugar, es necesario que el momento esté maduro. Cuando la clase dominante esté profundamente dividida y no pueda dirigir como antes. Cuando partes significativas de la población ya no toleren su dominación. Cuando las personas ya no quieran seguir viviendo como antes. Cuando la gente no pueda seguir viviendo como antes y se pongan en movimiento. A nivel masivo. Algo que rara vez ocurre en períodos "pacíficos".

 

El momento oportuno se da durante las grandes crisis: en tiempos de guerra, por ejemplo, a finales de la Primera y la Segunda Guerra Mundial en Europa, o en caso de quiebra del sistema bursátil, como sucedió durante el invierno 2001 en Argentina.

 

Pero hay una segunda condición. No sólo la situación debe estar madura, la clase obrera debe estar preparada. Durante una crisis profunda, debe estar suficientemente organizada: en sindicatos, comités populares, en consejos de barrio, en organizaciones de masas (de mujeres, jóvenes , etc ) ... Y tiene que ser suficientemente consciente para realizar la transición al socialismo. La madurez de la clase obrera y el poder de acción de masas depende en gran medida de la capacidad de los pioneros, de la vanguardia, en suma, de la capacidad del Partido Comunista. Esta segunda condición, la condición subjetiva estaba lejos de cumplirse en nuestro país a finales de la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

5 . Un Partido Comunista Contemporáneo

El PTB no es un partido clásico o tradicional. Nos adherimos al concepto de partido de nuevo tipo. Que se caracteriza por nuestro objetivo, nuestro análisis, nuestras tareas y nuestros principios de funcionamiento.

 

El objetivo. El partido reúne a todos aquellos que aspiran a una sociedad socialista. Una sociedad sin explotación del hombre por el hombre. Nos organizamos para lograr este objetivo histórico.

 

El análisis. El partido nos permite hacer análisis estratégicos, sobre la base de la concepción marxista del mundo y adaptarlos creativamente a la situación de nuestro país. El estudio, el debate y la generalización de experiencias, el superar puntos de vista erróneos o unilaterales, la ayuda y la formación: son cosas necesarias. Pero esto sólo es posible dentro de un todo colectivo, de un partido. Y el grupo permite trasladar de manera efectiva las nuevas ideas a la política y la dirección táctica para una práctica en común.

 

Las tareas. Nos esforzamos para convertir de manera real las aspiraciones de los trabajadores en lucha, en organización y en conciencia, en recopilar las mejores experiencias y en generalizarlas.

Sensibilizar (concienciar): la gente aprende de muy diversas maneras. La mayoría de las personas aprenden más a partir de sus propias experiencias. Las experiencias más instructivas son las de la acción social colectiva. Sin embargo, esto no es suficiente. La comprensión de cómo funciona la sociedad a lo largo de la historia y en el futuro, no surge espontáneamente. El partido está constantemente trabajando para fusionar el movimiento obrero y las ideas marxistas. Para ello, el partido debe estar sólidamente anclado entre la población trabajadora. Y debe mirar más allá de los intereses inmediatos.

 

Organizar: la acción social colectiva es un momento importante en el que las personas se reúnen, organizan, y con frecuencia se superan a sí mismos. Para dar a esta experiencia un carácter permanente y duradero, es necesario trabajar en el desarrollo de formas sostenibles de organización, como las organizaciones de masas. Para rentabilizar la experiencia de las personas más activas y seguir avanzando, es necesario fortalecer continuamente el partido. El Partido es la forma más elevada de organización.

 

Movilizar (dirigir la lucha de clases): la lucha es el motor del cambio. Nuestro partido es un partido que actúa. Nos debemos a la acción social. La acción social es un campo amplio: incluye recogidas de firmas, manifestaciones, huelgas, asambleas populares, ocupaciones y manifestaciones, etc . En la lucha es donde más más rápido y más profundamente se aprende, y eso ocurre tanto para los grandes grupos de personas como para los organizadores más activos. Tratamos de descubrir todas las formas de lucha, para desarrollarlas y darles dirección.

 

Los principios de funcionamiento. La fuerza del partido no está constituida sólo por la unidad ideológica, también por la fuerza colectiva de todos sus miembros. Se puede romper un dedo, no un puño. Por eso aplicamos principios como la unidad de voluntad y acción, las mayorías y minorías y las decisiones prácticas que unen a cada uno en un todo.

 

Los principios de funcionamiento del partido se establecen en los Estatutos del Partido. Cada miembro del grupo recibe los estatutos y da su visto bueno para que el partido funcione bajo dichos estatutos.

 

El principio básico de organización del partido es el centralismo democrático. Consiste, entre otros principios fundamentales, en los siguientes:

- La elección de todos los órganos de dirección, de la base a la cima. El derecho de cualquier sección del partido, dentro de que prevean los estatutos del partido, a revocar el mandato de sus líderes elegidos.

- Tiene que haber espacio para que se puedan expresar todas las ideas, para lograr involucrar al mayor número posible de miembros en el trabajo colectivo, el análisis, las decisiones y las actividades de las secciones del partido.

- Tomamos decisiones en un marco democrático de debate y discusión, sobre la base recopilar las propuestas, las mejores experiencias, del programa político y del análisis marxista. Resolvemos los desacuerdos correctamente. Tomamos decisiones en base al consenso o, si hay votación, por mayoría. La minoría se somete a la mayoría.

- Las decisiones de los órganos de dirección y de los responsables vinculan a toda la organización. Una vez que se ha decidido algo, lo aplicamos todos juntos. Esta disciplina es necesaria para la culminar de manera exitosa las complejas tareas de concienciación, organización, movilización, en la política y en la táctica. No se permiten las fracciones o grupos que se organicen de acuerdo a otras decisiones u otras plataformas políticas.

- Los órganos de dirección deben rendir cuentas regularmente. Responder a las opiniones y las críticas formuladas por las secciones del partido para mejorar el trabajo del partido. Las decisiones se evalúan en el momento oportuno. Se establecen conclusiones. La práctica - ¿qué resultado obtuvimos? - es la piedra angular del balance.

- Cada sección del partido tiene el derecho a tomar decisiones y a la iniciativa en su terreno propio. Las iniciativas y decisiones se estimulan dentro de los principios estatutarios, de línea política del partido y de las decisiones de los órganos de dirección.

 

6 . Un partido internacionalista

Desde el momento en que la teoría marxista cobró impulso en el movimiento obrero, el internacionalismo fue un elemento esencial del movimiento. "¡Proletarios de todos los países, uníos!" fue su lema. La unidad del mundo del trabajo en contra de los intereses comunes del mundo del capital, recibió un nombre: "internacionalismo proletario".

 

Hoy en día, el mundo del capital piensa y actúa más internacionalmente que nunca. Lucha por el control de los mercados mundiales y de las materias primas. Sin contar las subcontratas, Siemens emplea a 426.000 trabajadores en 78 países diferentes. Nunca antas un pequeño número de grandes accionistas había tenido el control del fruto del trabajo de un número tan grande de trabajadores en tan variados países.

 

La clase obrera sólo puede tener éxito como una fuerza unida internacional. La unidad internacional de los trabajadores es más importante que su unidad nacional. Se trata de llevarlo también a la práctica. El internacionalismo es una actitud ante el mundo. Queremos convertir esta actitud en orientaciones y en iniciativas prácticas del partido. El partido es parte del movimiento comunista internacional.