Revista teórica O militante.
Partido Comunista Portugal
Valorando la celebración del 15º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obrero (EIPCO) realizado en Lisboa en Noviembre de 2013, el comunicado de la reunión del Comité Central del PCP de 14 y 15 de Diciembre afirma: “con plena consciencia de la existencia de inevitables diferencias de opinión y, también, de serias divergencias, el PCP continuará empeñado en el fortalecimiento, unidad y capacidad de acción del Movimiento Comunista y Revolucionario Internacional, con base en un examen franco y fraternal de los problemas comunes y los principios de igualdad, respeto mutuo, no ingerencia en los asuntos internos y solidaridad recíproca, y rechazando las diferentes formas de oportunismo, sea en su expresión de adaptación al sistema o dogmática y sectaria”. A propósito del denso contenido político e ideológico de este pequeño párrafo de un documento del Comité Central del PCP, consideramos útil exponer algunas consideraciones.
El análisis del PCP sobre la situación internacional y sobre el movimiento comunista y revolucionario está contenido en las resoluciones de sus Congresos. principalmente del XIX Congreso celebrado en Diciembre de 2012, así como en el Saludo del camarada Jerónimo de Sousa y en la intervención del PCP en el 15º EIPCO[1]. A continuación expondremos una mera contribución al necesario esclarecimiento de la posición del PCP sobre algunos asuntos que últimamente han tomado grandes proporciones, ya sea en la actitud ante los consagrados principios de relación entre partidos comunistas, ya sea en relación a serias divergencias en el análisis de la situación internacional, la estrategia y táctica de los partidos comunistas
1.
La cuestión de la lucha por el socialismo, y con ella toda la problemática de las etapas y vías del proceso revolucionario y de la indispensable consideración de la situación concreta y de las particularidades nacionales en la elaboración del programa del partido comunista, es seguramente una de las cuestiones más relevantes, en torno a la cual se dan no sólo naturales diferencias de opinión, sino también simplificaciones esquemáticas y confusiones.
En términos históricos vivimos en la época del paso del capitalismo al socialismo, inaugurada hace casi 100 años por la Revolución de Octubre. Pero en la dimensión temporal a corto y medio plazo, atravesamos tiempos de contrarrevolución y retroceso social.
Esta situación encierra una contradicción que sitúa a los partidos comunistas y revolucionarios ante serios desafíos en el plano ideológico y político en los cuales aumenta la necesidad de combinar la lucha por objetivos concretos e inmediatos junto al objetivo del socialismo y del comunismo, teniendo en cuenta la situación concreta de cada país.
Combinación que es dialéctica (y por tanto no mecánica), que no separa con una barrera impenetrable las etapas y momentos tácticos de la lucha revolucionaria, ni confunde los diferentes objetivos, etapas o fases de un mismo proceso de transformación social.
Combinación que es contraria tanto al acartonamiento en una posición puramente defensiva que pospone para la eternidad cualquier avance revolucionario y abre el campo al oportunismo reformista, como a la subestimación de las tareas inmediatas en nombre del objetivo final inscrito en la época del imperialismo, el socialismo. Las masas populares, ese insustituible protagonista de toda revolución digna de ese nombre, no se ganan, y mucho menos se movilizan, sin una clara perspectiva transformadora y revolucionaria. Pero no se ganan las masas y se avanza realmente en el camino de la revolución proletaria ignorando o saltándose etapas, subestimando objetivos inmediatos, agitando simplemente los objetivos finales. [2]
No hay retórica “revolucionaria” que pueda sustituir al trabajo persistente y cotidiano junto a la clase obrera y las masas, construyendo partido comunista, construyendo sindicato de clase y otras formas de organización y de unidad popular, impulsando la lucha de masas, promoviendo amplias alianzas sociales y su expresión política, combinando (insistimos) la lucha por reivindicaciones concretas e inmediatas con la popularización entre las masas de la única alternativa que en definitiva puede traer progreso, justicia social y paz: el poder de los trabajadores, la abolición de la explotación del hombre por el hombre, el socialismo y el comunismo.
2.
La contradicción entre las posibilidades revolucionarias del momento histórico y la situación coyuntural que el PCP caracteriza como de resistencia y acumulación de fuerzas, adquiere aún más nitidez si se observa sobre el plano de fondo de la agudización de las contradicciones básicas del capitalismo en la actualidad: entre el capital y el trabajo, entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción que las encorsetan, entre la socialización de la producción y su apropiación privada, entre las posibilidades creadas por el progreso científico y técnico para la solución de los problemas de la Humanidad y su agravamiento.
Como afirmamos en el XIX Congreso del PCP, a nivel mundial, nunca fue tan actual y necesaria la propuesta de la superación revolucionaria del capitalismo, la demanda de la construcción de una sociedad nueva sin explotadores ni explotados. Sin embargo, pudiendo considerarse maduras las premisas materiales, objetivas, de la revolución socialista, y si cada día que pasa es más evidente la reducción de la base social de apoyo del imperialismo y su incapacidad para dar respuesta a las necesidades de nuestro tiempo, también es evidente el atraso relativo del factor subjetivo, el retraso de la organización y la consciencia revolucionaria de las masas trabajadoras, el retraso del movimiento comunista y revolucionario, el poder de freno de las instituciones de producción y reproducción de la ideología burguesa.
Esto no significa que esté cerrado el camino de procesos revolucionarios diversos, incluyendo la revolución socialista. La historia de la emancipación social y nacional de los trabajadores y de los pueblos está llena de giros, saltos imprevistos y hechos sorprendentes. Y en la actualidad se están desarrollando procesos originales de transformación social que, sean cuales sean las limitaciones, contradicciones e incertidumbres que los rodean, deben ser valorados, estudiados y defendidos de los ataques del imperialismo y de la reacción.
Pero la contradicción existente a nivel mundial entre la madurez de las condiciones objetivas y el atraso de las condiciones subjetivas persiste, lo que, en el contexto de una intensísima lucha ideológica, crea el caldo de cultivo para desviaciones oportunistas de signo contrario. De derecha y de “izquierda”. De renuncia social-democratizante y de adaptación al estado de cosas existente (tendencia liquidacionista que tras el “eurocomunismo” tuvo un nuevo brote con la desaparición de la URSS y las derrotas del socialismo en Europa) o de huída hacia adelante proclamando la revolución socialista como el objetivo inmediato de los partidos comunistas independientemente de las condiciones en que actúan. Expresiones concretas de esta realidad podemos encontrarlas, a la derecha, en el “Partido de la Izquierda Europea” [3] y en algunos partidos que lo integran, y a la “izquierda” en posiciones de algunos partidos comunistas que se manifestaron antes, durante y después del 15º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, caracterizadas por el dogmatismo y el sectarismo y por una concepción escolástica y petrificada del marxismo-leninismo.[4]
3.
El cuadro internacional en el que actúan las fuerzas revolucionarias está marcado por dos hechos fundamentales.
Por las derrotas del socialismo de finales del siglo XX, del cambio brutal en la correlación de fuerzas que tuvo como resultado, del debilitamiento de las fuerzas revolucionarias que trajo consigo, del consiguiente contra-ataque del imperialismo para recuperar posiciones perdidas a lo largo del siglo XX, particularmente después de la derrota en la II Guerra Mundial del nazi-fascismo, el sector más reaccionario y terrorista del Capital.
E igualmente por el impacto mundial de la crisis del capitalismo en su fase actual con la violenta y multifacética ofensiva del gran capital - cada vez más financiarizado, especulativo, rentista y parasitario, inseparable de la ley de tendencia decreciente de la tasa de ganancia - que, en la carrera por tasas de rentabilidad más elevadas, busca imponer a los trabajadores y a los pueblos un retroceso social de dimensión histórica. Y con ese objetivo, generaliza la represión brutal de las luchas populares, el incremento de las fuerzas racistas y de extrema derecha y las guerras de agresión contra pueblos y países soberanos.
Con la desaparición del poderoso contrapeso socialista en el sistema mundial, el mundo quedó más peligrosamente expuesto a la naturaleza explotadora, opresora y agresiva del capitalismo, a la dinámica de sus insuperables contradicciones, a las consecuencias de las crisis de superproducción y sobreacumulación de capital, como sucede con la actual crisis que estalló en 2008 en EE.UU. con la caída de Lehman Brothers.
Sin embargo, como afirma el PCP en la Resolución Política de su XIX Congreso, “la telaraña de contradicciones en que se debate el sistema capitalista es tan densa que, en un cuadro de desarrollo de la lucha de los trabajadores y de los pueblos, de grandes peligros de involución de la civilización y de la propia existencia de la humanidad, coexisten con grandes potencialidades de transformación progresista y revolucionaria. Es una realidad que los comunistas, conscientes de que el capitalismo jamás cederá su poder por voluntad propia, deben tener presente en su acción cotidiana, vinculando siempre la lucha contra la ofensiva del gran capital a la lucha por objetivos concretos e inmediatos, la lucha por profundas transformaciones de naturaleza anti-monopolista y una sociedad socialista”.
Es evidente que el aprovechar las posibilidades de cambio en un sentido progresista y revolucionario depende fundamentalmente de la vinculación de la vanguardia revolucionaria con las masas y de la adecuación de su programa y de su línea política a la sociedad concreta en que actúa.
La globalización imperialista es una realidad que influye cada vez más en las situaciones de los diferentes países. Pero no las uniformiza. Al contrario, las tareas inmediatas y los objetivos programáticos que se fijan los diferentes partidos comunistas son extraordinariamente diversas y diferentes, sin menoscabo de que se considere que en la época del imperialismo para triunfar en sus objetivos, cualquier proceso de transformación social, cualquier proceso revolucionario, debe aspirar al socialismo como horizonte. Fue el caso de la Revolución Democrática y Nacional portuguesa - que tomó rumbo hacia el socialismo, hecho reflejado incluso en la Constitución de la República de 1976 -, y es igualmente el caso de la lucha por una Democracia Avanzada, como se contempla en el Programa actual del PCP y que consideramos parte integrante e inseparable de la lucha por el socialismo en Portugal.
Siendo cierta la existencia de leyes generales del proceso revolucionario - principalmente las relativas al papel de la clase obrera y de las masas populares, al partido, al poder, y a la propiedad de los medios de producción - la experiencia confirma igualmente que los caminos de la transformación social y de la revolución son cada vez más variados. No hay nada más negativo para un partido comunista, para una fuerza política que se considera vanguardia revolucionaria, que pretender dirigir la lucha con fórmulas atemporales, válidas en cualquier situación, pretender responder a los problemas acuciantes de la lucha de clases con clichés y soluciones preconcebidas alejadas de la realidad, copiar/exportar soluciones que pudiendo ser válidas en un país determinado no se corresponden con la situación concreta existente en otro país, perder de vista que la revolución es un proceso social vivo y creador y que el análisis concreto de la situación concreta es realmente el alma del marximo-leninismo. La existencia de leyes generales del proceso revolucionario no es contradictoria con la existencia de particularidades nacionales como se deduce de una relación dialéctica que un marxista-leninista no puede ignorar. El proceso de la Revolución portuguesa en el que el PCP como “vanguardia de la clase obrera y de todos los trabajadores” desempeñó (y desempeña) un papel insustituible, contiene a este respecto valiosas enseñanzas.
Enseñanzas que confirman la necesidad de no subestimar, y mucho menos negar, la importancia de la cuestión nacional en el proceso de transformación social y su relación con la cuestión de clase. En el caso portugués, se comprobó que la situación original de Portugal de ser simultáneamente un país colonizador y colonizado adquirió una importancia especial y la revolución antifascista adquirió también un carácter nacional al situar entre sus objetivos principales el reconocimiento inmediato de la independencia de los pueblos coloniales y la liberación de Portugal del imperialismo. Y hoy, ante la gravísima situación de dependencia y de ingerencia externa, en la que la participación en el proceso de integración capitalista europeo es una pieza central, el PCP lucha por una alternativa patriótica y de izquierdas que, abriendo camino hacia la Democracia Avanzada, defienda y asegure la independencia nacional y rompa con las grandes restricciones a la soberanía nacional que, como demuestra la realidad, tienen un profundo contenido de clase.
La lucha de los trabajadores y los pueblos en defensa de la soberanía nacional es un frente fundamental de lucha contra el imperialismo en el que están interesadas todas las clases y estratos antimonopolistas y en el cual la clase obrera se sitúa en primera línea. Es incomprensible que haya partidos que nieguen su importancia y la importancia de reforzar, junto al fortalecimiento del movimiento comunista, el frente mundial antiimperialista.
En la identidad comunista del PCP el patriotismo y el internacionalismo son indisociables.
4.
El capitalismo ha demostrado y muestra, incluso en el escenario de agravamiento de su crisis estructural, capacidades de resistencia y recuperación que se habían considerado agotadas erróneamente. Lo que se hizo especialmente evidente en el viraje de los años noventa del siglo pasado ante las amargas derrotas del socialismo. Pero en el análisis del PCP, firmemente enraizado en la teoría del socialismo científico, en el materialismo dialéctico e histórico, eso nunca puso en duda la caracterización de la época histórica que vivimos como la época de tránsito del capitalismo al socialismo. El XIII Congreso (extraordinario) del PCP de Mayo de 1990 fue muy claro a ese respecto.
Siendo cierto que en términos globales, mundiales, vivimos aún en tiempos de reflujo revolucionario, de resistencia y de acumulación de fuerzas, la realidad es que la lucha de clases, esa creativa escultora de la Historia, no se ha detenido, ni podía detenerse en parte alguna. Simplemente ha adquirido nuevas formas y se ha agudizado violentamente en los últimos años.
Por todas partes, bajo formas muy diversas, se desarrolla la resistencia a la intensificación de la explotación del trabajo asalariado, a la destrucción revanchista de derechos conquistados con la lucha de los trabajadores y de los pueblos. Grandes luchas, huelgas generales, manifestaciones de masas han tenido y continúan teniendo lugar en los países capitalistas mas desarrollados y en la periferia del sistema capitalista. Los pueblos sujetos a la ofensiva expoliadora y recolonizadora del imperialismo resisten. Países, como Cuba, persisten en su objetivo de construcción de sociedades socialistas. En América latina están en curso esperanzadores procesos de soberanía y progreso social, algunos de ellos con características revolucionarias. En el marco de la ley de desarrollo desigual del capitalismo, con el declive económico relativo de los EE.UU. y de otras grandes potencias y la emergencia de importantes potencias regionales, tiene lugar un gigantesco proceso de reagrupamiento de fuerzas que está modificando el mapa económico y político del mundo, generando nuevos problemas, contradicciones y oportunidades que suponen un desafío para la audacia y creatividad de las fuerzas revolucionarias y su cooperación internacionalista.
Ante una situación global tan compleja, inestable e incierta y sus variadas expresiones en los planos regional y nacional, es natural que en el movimiento comunista y en el campo anti-imperialista, se expresen diferentes percepciones y análisis, diferencias de opinión, así como divergencias sobre cuestiones importantes de estrategia y táctica revolucionaria, incluso en relevantes cuestiones de la historia del propio movimiento comunista y revolucionario internacional. Algo que es natural ya que los partidos comunistas y revolucionarios tienen trayectorias, experiencias y raíces sociales diversas, luchan en condiciones distintas, se encuentran en diferentes etapas de la luchas por el socialismo y encaran diferentes tareas inmediatas.
Desde el punto de vista del PCP - y esta es una diferencia sustancial con los partidos que buscan crear formas de cooperación estructuradas y homogeneizadas desde el punto de vista político-ideológico - las diferencias de opinión y las divergencias entre partidos comunistas no deben impedir su cooperación en la lucha contra el enemigo común. Incluso aunque coyunturalmente la dirección de tal o cual partido cuestione características que consideramos fundamentales para un partido comunista, [5] eso no debe impedir la acción común o convergente en pro de la emancipación de los trabajadores y de los pueblos.
El PCP tiene sus propias posiciones, que expone con entera franqueza y que defiende con firmeza de sus críticos y detractores. Pero así como nunca ha aceptado ni acepta lecciones e imposiciones de nadie, trata de no imponerlas a su vez. Al contrario, respeta e intenta comprender las posiciones ajenas y tiene en cuenta las reflexiones de otros partidos al elaborar sus propias reflexiones. Y no olvida la valiosa enseñanza de Álvaro Cunhal según la cual entre partidos comunistas no hay problemas que no puedan ser superados a través del “diálogo, el debate amistoso y la puesta en común de soluciones” [6], respetando los principios de igualdad, respeto mutuo, no injerencia en los asuntos internos, solidaridad recíproca, principios forjados por la práctica del movimiento comunista internacional.
Esta es una cuestión vital para el papel de los partidos comunistas y el ideal comunista en el mundo. Más que las diferencias de opinión y divergencias, es la infracción de estos principios, la crítica y la polémica pública por la que tristemente algunos partidos ya han empezado a caminar, las tentativas de crear un “centro dirigente” o adoptar la línea de tal o cual partido considerado “guia” o “referencia”, lo que puede perjudicar al fortalecimiento del movimiento comunista y causar serios daños a su unidad.
Pasaron los tiempos de la centralización y de la disciplina necesaria para romper con el oportunismo de la II Internacional y forjar partidos revolucionarios leninistas, como sucediera con la Internacional Comunista. La cooperación internacionalista entre partidos comunistas, teniendo como núcleo la solidaridad de clase, el internacionalismo proletario, será más fuerte cuanto mayor sea la vinculación con las masas y la capacidad de cada partido de definir autónomamente su orientación revolucionaria.
5.
La Revolución portuguesa fue una revolución inacabada, pero no por ello es menos importante en la larga marcha del pueblo portugués hacia su liberación [7], ni menos valiosa como patrimonio de experiencias y enseñanzas para el movimiento comunista y revolucionario internacional. El PCP se enorgullece de su contribución teórica y práctica para la liberación de Portugal de casi medio siglo de dictadura fascista. Se enorgullece de su identidad comunista. Se enorgullece de su programa para la revolución antifascista que la vida vino a confirmar con la liquidación del capitalismo monopolista de Estado y con sus grandes logros como las nacionalizaciones, el control obrero, la reforma agraria, el poder local democrático. Se enorgullece de la influencia liberadora internacional de la Revolución de Abril.
El PCP sabe que la Revolución portuguesa, con su profunda herencia de originalidad y creatividad revolucionaria confirma las tesis centrales del marxismo-leninismo, principalmente en cuanto a la cuestión central del Estado [8]. Pero obviamente el PCP no solo no pretende que su experiencia y la experiencia de la Revolución portuguesa sean erigidas como un modelo de valor universal sino que lanza una advertencia - como el propio Lenin advirtió en relación a la Revolución de Octubre - frente al error de la copia mecánica de soluciones. No hay ni puede haber “modelos” de revolución. La Revolución portuguesa como cualquier otra revolución genuina surge de la realidad concreta y de las contradicciones de la sociedad portuguesa y de la acumulación de fuerzas de clase concretas en Portugal, acumulación sobre la que se esculpirá un proyecto por parte de la clase obrera y su Partido y la creatividad de las masas populares en movimiento, en el marco de esa alianza decisiva y original que fue la alianza Pueblo-Movimiento Fuerzas Armadas. Hasta el punto de que, a pesar de la ausencia de un poder revolucionario, se impusieron profundas transformaciones socioeconómicas que abrieron para Portugal el camino del socialismo.
Los comunistas portugueses jamás han utilizado o utilizarán aquello que valoran como un precioso patrimonio revolucionario de su Partido para dar lecciones a quien quiera que sea porque, además, en la experiencia del movimiento comunista y revolucionario internacional desgraciadamente no faltan ejemplos negativos de la infracción del bien conocido precepto marxista de que “las revoluciones no se exportan ni se copian”. Tampoco extraen arquetipos de los manuales o ideas a las que la realidad deba ajustarse. Este error en el que frecuentemente caen algunos partidos que buscan encontrar soluciones rápidas para los problemas a los que se enfrentan, es precisamente lo contrario del marxismo-leninismo del que algunos se consideran los más fieles intérpretes.
Partido patriótico e internacionalista, que parte de su experiencia de 93 años de lucha y de la experiencia histórica de los comunistas y revolucionarios de todo el mundo, el PCP continuará empeñado en el fortalecimiento, la unidad y la capacidad de acción del movimiento comunista y revolucionario internacional, buscando contribuir en la profundización de la cooperación y la solidaridad en su seno que, respetando la independencia e historia de cada partido y centrada en la unidad de acción, ponga en primer plano lo que une al conjunto de fuerzas que se oponen al Capital y a la ofensiva del imperialismo. Es esto lo que las masas esperan de los comunistas.
Traducción: www.jaimelago.org
NOTAS:
[1] Ver el dossier sobre el 1º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros publicado en el número 328, de Enero de 2014, de O Militante
[2] En la defensa de la línea programática del Partido y en el combate a las diferentes formas de oportunismo de derecha y de “izquierda”, merecen ser destacadas dos obras de Álvaro Cunhal: “Acción Revolucionaria, Capitulación y Aventura”, en Obras Escogidas, Ediciones “Avante!”, Lisboa,, t. IV, 2013, y “El Radicalismo Pequeño-Burgués de apariencia socialista”, t. III, 2010.
[3] El PCP no forma parte ni tiene relaciones con el Partido de la Izquierda Europea. En la Resolución Política del XIX Congreso se afirma: “Se mantienen válidas las razones que llevaron al PCP a no integrar el Partido de la Izquierda Europea. La realidad ha venido a confirmar las llamadas de atención realizadas por los comunistas portugueses sobre que una estructura de naturaleza supranacional y reformista con las características del PIE, no solo no contribuye a la unidad y la cooperación de las fuerzas comunistas y progresistas de Europa, sino que introduce nuevos factores de división, alejamiento e incomprensión que dificultan avances en la cooperación y solidaridad entre fuerzas comunistas y de izquierda en Europa y que se reflejan también en otros espacios de cooperación, en concreto en el Grupo de Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica en el Parlamento Europeo”. Mientras tanto, en el plano bilateral, el PCP mantiene relaciones de amistad con partidos que integran el PIE como miembros efectivos o como observadores.
[4] “El PCP tiene como base teórica el marxismo-leninismo: concepción materialista y dialéctica del mundo, instrumento científico de análisis de la realidad y guia para la acción que constantemente se enriquece y se renueva dando respuestas a los nuevos fenómenos, situaciones, procesos y tendencias de desarrollo. En ligazón con la práctica y el incesante progreso de los acontecimientos, esta concepción del mundo es necesariamente creadora y, por eso, contraria a la dogmatización así como a la revisión oportunista de sus principios y conceptos fundamentales”. (Estatutos del PCP, Artículo 2º)
[5] En la concepción del PCP son características fundamentales de la identidad comunista la naturaleza de clase, la base teórica del marxismo-leninismo, el proyecto de una sociedad socialista, la democracia interna como base del centralismo democrático, la línea de masas, el patriotismo y el internacionalismo.
[6] “Hay diferentes puntos de vistas e incluso diferencias más o menos serias entre partidos comunistas. Para superarlas es absolutamente necesario el diálogo, el debate amistoso, la puesta en común de soluciones. Por esa vía, creemos que, entre comunistas, no hay problema sin solución”. (Álvaro Cunhal, Conferencia de prensa en Pekín, 10-12-1986).
[7] “Los grandes valores de la Revolución de Abril echaron profundas raíces en la sociedad portuguesa y se proyectan como realidades, necesidades objetivas, experiencias y aspiraciones en el futuro democrático de Portugal. La democracia avanzada que el PCP propone al pueblo portugués surge de la continuidad histórica del programa de revolución democrática y nacional definido y aprobado en 1965 y de los ideales, conquistas y realizaciones de igual valor histórico de la Revolución de Abril. La democracia avanzada que el PCP propone proyecta, consolida y desenvuelve los valores de Abril en el futuro de Portugal”. (Programa del PCP).
[8] La Revolución portuguesa confirmó la cuestión del Estado como la cuestión central de cualquier revolución. una de sus mayores limitaciones fue no haber conseguido instaurar un Estado democrático. A pesar de ser duramente golpeadas, las fuerzas contrarrevolucionarias mantuvieron siempre fuertes posiciones en el aparato del Estado y están hoy empeñadas en una nueva revisión de la Constitución para ponerla totalmente al servicio de las clases dominantes.