Original: estudios marxistas www.marx.be
A principios de agosto de 2013, el Ministerio de Defensa francés presentaba la tercera versión del documento Horizontes estratégicos. El objeto del estudio era el siguiente: “Partiendo de un análisis de las tendencias globales de la evolución del contexto estratégico […] identificar sus consecuencias sobre el posicionamiento de Francia en el sistema internacional durante las tres próximas décadas.”1
En internet circula también una versión final del proyecto de estrategia de seguridad nacional (2013) de los Estados Unidos. Visiblemente, se trata de un documento de trabajo cuyo objetivo es actualizar el documento actual, titulado National Security Strategy y publicado desde el año 2010 en la página web de la Casa Blanca.2
Ambos documentos tienen en común que parten de un mundo en constante cambio. El documento francés dedica un capítulo entero al “fin de la hegemonía occidental” que califica de tendencia principal en el mundo. Para Washington, está claro que, una vez más, “los Estados Unidos deben prepararse para un mundo multipolar en el que tanto aliados como enemigos podrían desafiarnos”.
Ambos documentos definen una vía por la cual se podría resistir a esta tendencia. Para los estrategas franceses, está claro que “tomando nota de la disminución progresiva de su potencia relativa, Estados Unidos, que debería centrar de nuevo sus esfuerzos en la zona Pacífico, exigirá a sus aliados europeos que se esmeren más en su entorno estratégico inmediato”. (es decir: África, Europa del Este y Medio Oriente). Y la “interoperabilidad de las fuerzas será crucial entre los europeos, y necesaria con los americanos”. Una vez más, para los estrategas americanos está claro que los Estados Unidos deben mantener su “superioridad militar, económica y cultural”. “Este es el motivo por el que los americanos deben partir del hecho de que nuestra nación es “la primera entre iguales”.”
Un cambio radical en la correlación de fuerzas económicas internacionales
“Mientras que Asia y África representarán cerca del 80% de la población mundial y las economías de los siete principales países emergentes superarán en más de dos veces a las economías del G73 durante el cambio de siglo; el peso demográfico y económico relativo de los países de la OCDE4 seguirá decreciendo (14% de la población en 2040, 43% del PIB mundial en el horizonte 2030)”, dice el informe Horizontes estratégicos.
Estas cifras están en la línea de lo que ya había señalado un año antes el informe anual del Programa de Naciones Unidas sobre el Desarrollo Humano (ver gráfico)
Gráfico 1. Evolución de la parte de la producción mundial (1) de Brasil, India y China y (2) de los países occidentales
Fuente: PNUD, Informe sobre el desarrollo humano 2013, pág.15. La producción se mide en términos de paridad de poder adquisitivo del dólar de 1990.
Los países del sur han duplicado prácticamente su parte en la producción mundial, de 25% en 1980 a 47% en 2010. Estos últimos 30 años, el comercio entre los países del Sur ha pasado del 10% de los intercambios mundiales al 25%, mientras que el comercio entre los países del Norte ha bajado del 46% al 30% de los intercambios mundiales. En poco tiempo, el comercio Sur-Sur sobrepasará al comercio Norte-Norte. El informe prevé que este auge del Sur continuará e incluso se acelerará durante el siglo XXI.
“África es la segunda región tras Asia del Sur donde el desarrollo humano progresa más rápido”, afirma el informe. La renta por habitante ha aumentado un 5% por año, es decir el doble con respecto a los años 90. Entre los años 2000 y 2012, la esperanza de vida ha aumentado en 5,5 años, mientras entre 1990 y 2000 se había estancado. Esto ha ocurrido en un periodo en el que las relaciones con las economías emergentes (China principalmente) se fortalecieron.5
Esta evolución da lugar a análisis muy preocupados por parte de Occidente. Por ejemplo, durante el reciente viaje de Obama a África, el diario americano The Global Post titulaba: “Obama en África: China 1, Estados Unidos 0”.6 El diario hacía referencia al volumen comercial de China con África, que ha pasado de 166,3 billones de dólares en 2011 a 198,5 billones en 2012. Durante ese mismo año, el volumen del comercio de los Estados Unidos con África ha bajado, pasando de 125,8 billones de dólares a 99,6 billones.7 La página web de negocios Bloomberg constataba con pavor que China tiene más de 150 agregados comerciales en África, mientras que los Estados Unidos apenas llega a… seis.8
El mito del imperialismo chino
Desde hace algunos años, China es el primer socio comercial de África. Muchos ven en ello la prueba de un nuevo imperialismo, chino esta vez, en África. Es indudablemente cierto que la presencia en África de empresas privadas chinas está unida a todo tipo de formas de explotación, como puede esperarse, por otro lado, de las empresas privadas locales que funcionan según los principios del libre mercado. Por otra parte, existen diferencias culturales que provocan tensiones. Pero por lo general las historias sobre adquisiciones masivas de tierras agrícolas, la explotación a bajo precio de las materias primas y demás, no son más que mitos, aunque parezcan argumentos de peso. Una persona se dedica desde hace años a confrontar sistemáticamente estos mitos con la realidad: Deborah Brautigam, profesora y directora del programa de desarrollo internacional de la Universidad John Hopkins en Washington. En su página web China in Africa: the real story9 disecciona con regularidad de este tipo de leyendas. Una visita a su página web contribuye a disipar muchos malentendidos e invenciones.
Es demasiado fácil calificar de imperialismo al comercio creciente entre China y África. Lenin cita tres características sobre los aspectos internacionales del imperialismo como sistema: “la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particular”; “la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, que se reparten el mundo”, y “el fin del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes”10.
Lenin distingue entre comercio (exportación e importación de mercancías) y exportación de capitales. En lo que respecta al comercio, conviene señalar el creciente excedente comercial positivo para África. En 2012, África exportaba por un total de 113 billones de dólares hacia China e importaba por un total de 85,3 billones de dólares. Cerca de la mitad de los productos importados de China son mercancías útiles para el desarrollo económico (vehículos, máquinas, generadores y otros).
No obstante, cuando hablamos de base económica de la dominación imperialista, se trata de exportación de capitales bajo la forma de préstamos o inversiones directas en el extranjero que confiere a las empresas multinacionales y los bancos un poder directo sobre la economía de otro país. Que África se desangra para devolver las deudas que contrajo con Occidente es algo muy conocido. Esta deuda africana se creó en los años 70 y 80 del siglo pasado y hace ya tres décadas que está siendo utilizada por el FMI como pretexto para imponer a la mayoría de gobiernos africanos medidas ultraliberales en beneficio de las empresas multinacionales de Occidente. Los nuevos préstamos chinos son a menudo de carácter concesional (sin beneficios inmediatos), o bien se efectúan siguiendo un guión que en los hechos equivale a un trueque (petróleo o cobre a cambio de trabajos de infraestructura). China también condona deudas con frecuencia, y sin condiciones. El FMI, en cambio, vela con cuidado para que los países africanos con deudas elevadas “no puedan en ningún caso contraer nuevas deudas”. En resumidas cuentas, en el plano de la exportación de capitales mediante préstamos, Occidente tiene a África entre la espada y la pared desde hace tiempo, y por mucho que quisiera China, hasta el momento actual no tiene la menor posibilidad de convertirse en candidata imperialista.
Mediante la exportación de capitales bajo la forma de inversiones directas en el extranjero, las empresas multinacionales tienen propiedades en otros países. Aquí también, resulta que China está a un nivel muy inferior al de Occidente.
A finales de 2011, el valor acumulado de las inversiones en África se clasificaba así: Francia poseía 58 billones de dólares, Estados Unidos 57, Gran Bretaña 48, Malasia 19, Sudáfrica 18, y después vendría China con 16 billones y la India con 14 billones.11 Estas proporciones también se mantienen cuando se examinan las inversiones anuales entre 2003 y 2009.12 En el caso de China, la exportación de capitales aún está poco desarrollada, si se compara con la exportación de mercancías.
Los gobiernos occidentales son los defensores directos de los intereses de los bancos y las empresas multinacionales
Contrariamente a China, los gobiernos occidentales intervienen como defensores directos de los intereses de sus bancos y empresas multinacionales en África.
La injerencia política y militar de los Estados Unidos y de Europa en África presenta un contraste notable con la política del gobierno chino que se apoya en el respeto recíproco de la soberanía, la no-injerencia en los asuntos internos de otro país, la igualdad y el beneficio mutuo.
Cuando Occidente bombardea Libia por cielo y mar o derroca al presidente Gbagbo en Costa de Marfil, se acompañan de importantes delegaciones de hombres de negocios que acuden a recoger su botín en compañía de sus respectivos Ministros de Asuntos Exteriores. Pero incluso en tiempos de paz relativa, las empresas multinacionales occidentales reciben una sólida protección bajo la forma de presiones políticas y diplomáticas y garantías militares. Estas actividades son desveladas muy claramente en el libro Cazadores de materias primas de Raf Custers que desmenuza la manera mediante la cual los gobiernos canadiense y norteamericano realizan todo tipo de presiones e injerencias imaginables para defender los intereses de sus respectivos gigantes mineros First Quantum y FreeportMcMoran.13
¿Qué ocurre cuando un banco chino hace una importante inversión en África? En 2008, cuando el gobierno congoleño se atrevió a concluir el famoso contrato con China que preveía una inversión de 9 billones de dólares (3 billones en la explotación minera y dos líneas de crédito de 3 billones para la construcción de rutas, hospitales, escuelas…) que serían devueltos con el cobre y el cobalto que producirá el proyecto minero, se desató una tormenta de cólera e indignación en Occidente. Esta cólera y esta indignación se tradujeron en dos años de chantaje por parte del FMI, teniendo como resultado la supresión de una línea de crédito de 3 billones de dólares y la obligación para el Eximbank chino, que financia la inversión, de tener que hacerlo sin la menor garantía, asumiendo todos los riesgos, cosa que no haría ningún banco capitalista. Por supuesto, esto ha causado un retraso enorme en la ejecución del conjunto del proyecto. Cinco años más tarde, no se han ejecutado más que 458 millones de dólares de trabajos de infraestructura. Pero ni un solo kilo de cobre o cobalto ha sido entregado a cambio. Cuando el Eximbank chino quiso recuperar como garantía de toda la operación el 32% de parte que posee el Congo en el proyecto minero, fue rechazado, y hoy las negociaciones prosiguen. Sencillamente, no existen chantajes, amenazas o presiones militares por parte del gobierno chino.14
El siglo XXI será el de la emergencia de África
La modificación de la correlación de fuerzas internacional hace que las élites africanas se atrevan en mayor medida a levantarse contra los antiguos maestros coloniales. Por ejemplo, el presidente sudafricano Zuma declaró lo siguiente, en una entrevista concedida al Financial Times: “Si seguís tratando África como una antigua colonia, la gente se orientará hacia nuevos socios que los tratarán de otra manera."15
Después de siglos de tráfico de esclavos, colonización, guerras coloniales, dictaduras neocoloniales, injerencia y golpes de Estado al servicio de los intereses occidentales, los dirigentes africanos tienen la posibilidad de elegir socios que los traten de igual a igual. Además, pueden poner a los múltiples nuevos socios y a los antiguos maestros los unos contra los otros, con el fin de obtener mejores condiciones para el desarrollo económico de su país. Tienen así la oportunidad de retomar el curso de los años 60, la época de los grandes nacionalistas y anticolonialistas africanos y posicionarse de forma más independiente.
El embajador de la República Democrática del Congo en Bruselas, Henri Mova Sakanyi, que al mismo tiempo es un brillante universitario y profesor de relaciones internacionales, escribe lo siguiente sobre la cooperación sino-africana: “África posee el 30% de las reservas de materias primas […] El continente ofrece un enorme potencial en fuentes de energías renovables. La producción agrícola de África representa el 66% del cacao, el 40% del aceite de palma, etc.” Sakanyi concluye diciendo que “el siglo XXI será el de la emergencia de África”.16
Una agresividad creciente de Occidente como respuesta
En este momento, la dominación occidental está siendo puesta en tela de juicio por la tendencia al desarrollo soberano en el Sur, que también es sostenida por las economías emergentes. Pero ello constituye un peligro directo para el imperialismo como sistema, y Occidente responde mediante una agresividad militar creciente.
En el documento del Ministerio de Defensa francés, Horizontes Estratégicos, se puede leer que no sólo el regionalismo, el tribalismo o el radicalismo religioso son problemas a los que se verá enfrentado el ejército francés en las próximas décadas, sino también “los sentimientos nacionalistas y/o panafricanos [que] podrían desarrollarse, a veces en detrimento de los intereses occidentales”. Otra amenaza inquietante: “La disminución de la parte relativa de Europa como principal proveedor de ayuda pública al desarrollo es susceptible de afectar a la atracción europea de los países del África subsahariana en beneficio de potencias emergentes mayores.” Los estrategas franceses tienen prevista toda una serie de guerras en África: “La ruptura del tabú de la intangibilidad de las fronteras podría tener un efecto de escalada sobre el conjunto del continente, incluso más allá.” De allí la necesidad de intervenciones militares occidentales “resultantes de la incapacidad de los Estados a la hora de controlar su territorio, la multiplicación de las “zonas grises”, que concentran grupos criminales y grupos rebeldes, que podrían necesitar intervenciones occidentales”. Conclusión: “África seguirá siendo una zona de codicias y de confrontaciones potenciales y una zona estratégica prioritaria para Francia.”17
La versión 2013 del documento National Security Strategy de los Estados Unidos lo repite de manera lacónica: “El desplazamiento del centro de gravedad geopolítica del oeste hacia el este requerirá de una reducción sensible del personal militar en Europa para acantonar más tropas en Asia y en África.”
Africom: “África, campo de batalla del futuro”
En 2007, aparte de los cinco grandes centros de mando existentes, desde los que son dirigidas las intervenciones del ejército americano en el mundo entero, se ha establecido un sexto centro de mando bajo el nombre de Africom. Se trata de la principal reforma de la estructura de mando del ejército norteamericano desde la segunda guerra mundial. El objetivo es dirigir y coordinar todas las operaciones de actividades del ejército norteamericano en África.
Desde entonces, la presencia en África de las tropas africanas se intensifica de manera imperceptible, pero muy rápidamente, mediante todo tipo de operaciones de seguridad, programas de entrenamiento y ejercicios, todo a escala reducida. Nick Turse, redactor jefe de la página web TomDispatch.com, que ofrece minuciosamente información sobre el ejército americano, ha publicado una carta con una gráfica sobre el establecimiento de una red impresionante de la presencia militar americano sobre el continente americano.18
Turse completa esta carta con otros dos elementos. Primero habla de una red logística que une a las pequeñas y grandes instalaciones del ejército americano (puntos indicados con un □ sobre el mapa) para el aprovisionamiento de comida, carburante y material y demás equipamiento destinado a las tropas americanas. Haciendo alusión a Marco Polo, el teniente-colonel Corrick, de la unidad logística del ejército americano, dijo que se trataba de “la nueva ruta de la especia para África” y añadió que esta red no dejaba de desarrollarse y que “finalmente [iba a] extenderse por toda África”.19
Después, Turse menciona igualmente toda una serie de centros logísticos en la periferia de África: en España, Grecia, Sicilia. También habla de los proyectos de inversión en bases militares existentes desde las que, en el futuro, el Africom podrá lanzar en África operaciones militares de mayor envergadura. Este es el caso de la instalación de la base militar aérea de Caserna Del Din, en el norte de Italia (310 millones de dólares). Puede citarse también la gran base militar de Camp Lemonnier, en Yibuti, en funcionamiento desde 2001; donde actualmente se acantonan 4000 soldados americanos. Entre 2013 y 2017, el Africom prevé inversiones por un monto de 400 millones de dólares, de los que 150 millones serán para alojamientos supuestamente destinados a alojar más tropas.
Turse señala finalmente que el mapa de las actividades del Africom parece “un campo completamente recubierto de champiñones después de un diluvio”. En poco tiempo, de manera casi imperceptible, el ejército americano se ha insinuado en África. Turse cita al teniente-coronel Beaurpere: “Una presencia abierta directa de las tropas americanos sobre el continente africano puede provocar la consternación de nuestros socios, orgullosos de la independencia que han logrado y que pretenden defender su seguridad de manera autónoma.” El general Rodríguez, a la cabeza del Africom desde octubre 2012, lo aprueba: “La historia de las naciones africanas, el colonialismo, todo eso nos demuestra que debemos intervenir sin dejar más que una ligera huella.”
Los estrategas militares americanos se han hecho conscientes de la amplitud del anticolonialismo. No sólo en el seno de la población africana, sino también en sus socios, es decir en los dirigentes africanos con los que llegan a acuerdos. De momento, proceden de manera muy táctica. “De manera discreta, el Pentágono y el Africom se han ocupado de transformar África en el campo de batalla del futuro”, concluye Turse.
Francia también coge su parte
Desde hace varias décadas, Francia ya tenía bases en Yibuti (1900 hombres), Gabón (900) y Senegal (350). No obstante, en estas últimas décadas el ejército francés ha intensificado su presencia militar en países como Costa de Marfil (450), Mali (1000 desde enero 2014), Chad (950) y República Centroafricana (200).20 Finalmente, tropas francesas también están presentes discretamente en países como Burkina Faso (número de efectivos desconocido)21 y Camerún (500). El crecimiento constante de los efectivos tuvo lugar durante y directamente después de las recientes operaciones de guerra en Costa de Marfil, Mali, Chad y República Centroafricana. Estas últimas décadas, el ejército maliense, al igual que otros ejércitos de África occidental, se ha beneficiado de todo tipo de programas de entrenamiento. En una entrevista, el general francés Bruno Clément-Bollée, responsable del programa de formación del ejército maliense, los enumeró uno por uno: Flintlock, Acri, Acot, Recamp y ahora EUTM (la misión actual de la Unión Europea para la formación del ejército maliense). El entrevistador le hizo la siguiente pregunta: “En vista del derrumbamiento del ejército maliense el año pasado, existe el sentimiento de que todos estos programas han fracasado. ¿Por qué podría triunfar el programa EUTM?”. Y el general contesta: “Regularmente, se nos hace la pregunta de por qué, pese a esta ayuda que aportamos desde hace unos cincuenta años, estas herramientas de seguridad y defensa se derrumban cada poco tiempo. La soberanía del país puede explicar muchas cosas. En particular, la soberanía de los países en materia de gestión de recursos humanos: ¿Qué hacemos con los jefes? ¿Quiénes son los jefes?”.
En otras palabras, las naciones africanas deben renunciar a su soberanía y colocar su aparato militar bajo tutela occidental. Los generales franceses deben poder decidir qué generales serán colocados a la cabeza de los ejércitos del África occidental.
El debate en el seno de la izquierda
El continente africano va a cambiar rápidamente durante las próximas décadas. Allí los gobiernos occidentales se volverán cada vez más agresivos. Los estrategas del Africom han desarrollado un enfoque táctico de implantación militar que tiene en cuenta los profundamente arraigados sentimientos anticoloniales así como la voluntad de independencia existente en el pueblo africano y un gran número de sus dirigentes políticos. Pero en el seno de la izquierda, desde hace algunas décadas muchos ya no toman en serio este aspecto fundamental. Demasiado a menudo, se reacciona a corto plazo y de manera instintiva a las crisis humanitarias y a las situaciones deplorables. Esto se traduce en una visión de un Occidente humanitario e iluminado frente a dirigentes africanos bárbaros y corrompidos. Esta percepción nos ciega ante la vida política real sobre el continente y frente a los objetivos reales de la política de los gobiernos occidentales en África. “Ser crítico con respecto a nuestros gobiernos” se traduce a veces en exigencias a favor de una intervención aún mayor de Occidente contra los dirigentes africanos.
El hecho de considerar África bajo el prisma de la lucha por su independencia y su propia historia ofrece un punto de vista muy diferente.
En América Latina, la izquierda puede enorgullecerse de dos siglos de experiencia en la resistencia política que debutó con Bolívar, Toussaint Louverture, José Martí… Los Bolívar y los Martí de África se llaman Kwame Nkrumah, Patrice Lumumba, Um Nyobé… No fue hasta 150 años después de Bolívar cuando lograron sus primeras grandes victorias frente a la dominación occidental en África.22 En los años 60 y 70, las antiguas potencias coloniales y Estados Unidos utilizaron su falta de experiencia política y organizativa para eliminar a la mayoría, muchas veces mediante el asesinato o el golpe de Estado.
Tras las derrotas de esta primera generación de dirigentes africanos que habían arrancado su independencia, se constituyó, con la ayuda y la protección de Occidente, una burguesía compradora.23 Esta burguesía se apoya en todos los elementos feudales reaccionarios posibles de la sociedad africana. Mediante el irracionalismo, el regionalismo, el tribalismo, se trata de unir a toda una parte de la población en la lucha por el poder. El individualismo se expresa en el combate de los jefes, en el que las intrigas se consideran métodos políticos normales.
Además, la división en el seno del movimiento comunista internacional y las interpretaciones superficiales del marxismo en los años 1960-1990 han provocado la confusión y los excesos en el seno del movimiento revolucionario de izquierda en África. Un movimiento como la Unita de Savimbi no dudaba en ingresar en un frente con la CIA y el régimen del apartheid para combatir, en nombre del “marxismo-leninismo”, el supuesto “social-imperialismo” de la Unión Soviética de aquella época.24 Durante la guerra fría, otros como el actual presidente del Congo-Brazzaville Sassou, o el antiguo presidente de Etiopía Menghistu, optaron por Moscú de manera oportunista e instalaron regímenes que calificaron de marxistas, pero que no lo eran en absoluto. No obstante, en la lucha de liberación en Angola y en la lucha contra el régimen del apartheid hubo una importante contribución de Cuba que ejercería una duradera influencia positiva.25
Este es el contexto en el que África hoy, en una situación mundial en rápida evolución, quiere seguir el ejemplo de los países emergentes como China, India y Brasil. La aspiración a la independencia y al progreso sigue estando muy arraigada tanto en los africanos en su conjunto como en un buen número de sus dirigentes. Pero el continente también se ve confrontado a la injerencia y las intervenciones cada vez más agresivas de los Estados Unidos y los gobiernos europeos.
A cada vez, la burguesía compradora se ve reforzada. Lo vemos claramente después de las intervenciones occidentales en Sudán del Sur, Somalia, Libia, Mali, Costa de Marfil, Ruanda y Burundi. Washington trata siempre de imponer “soluciones políticas” para calmar las disensiones étnicas y religiosas. El imperialismo americano trata también de escindir los grandes Estados africanos en unidades más pequeñas, supuestamente más homogéneas en el plano étnico, como en Sudán (lo que fue conseguido con la secesión de Sudán del Sur) y en República Democrática del Congo (mediante el apoyo a la agresión ruandesa en el este del Congo). En toda esta confusión ideológica, algunos opositores a los gobiernos nacionalistas recurren muy fácilmente a un lenguaje con tintes marxistas y denuncian a los dirigentes nacionalistas africanos como traidores, porque “no actúan como lo hubiera hecho un Chávez”.26
Pero los países del África austral, unidos en el seno del SADC, consiguen posicionarse independientemente como bloque. En estos países, no se ven bases o implantación alguna del ejército norteamericano. El presidente sudafricano Zuma ha liderado la oposición a la guerra en Libia. Tras el fracaso del intento de mediación en Libia, el SADC ha luchado con éxito por la dirección de la Unión Africana con el fin de consolidar de nuevo la unidad panafricana.
Durante los últimos años, los presidentes de Angola, Sudáfrica y la República Democrática del Congo han decidido construir una sólida alianza política, militar y económica. Esto también va en contra de las recetas preconizadas por los Estados Unidos y Europa. Aquí también, un elemento determinante es el hecho de que en el vasto Congo, situado en el centro de África, Joseph Kabila sigue defendiendo la unidad del país e incluso llega a proponer un comienzo de recuperación económica, pese a doce largos años de guerra, agresiones políticas violentas y presiones diplomáticas permanentes. Recordemos que con apenas dos meses y medio en el poder; Lumumba fue eliminado. En cuanto a Laurent Kabila, apenas pudo mantenerse en el poder 3 años y 8 meses (antes de ser asesinado, Ndt).
En el cuerno de África, hay mucha resistencia a la injerencia occidental. Eritrea está construyendo de manera obstinada un Estado y una sociedad que se apoya solamente en sus propias fuerzas.
Estos últimos años, los partidos de izquierda y marxistas en los cuatro rincones del continente se han reunido en el seno del Foro de la Red de la Izquierda Africana y publican sus declaraciones comunes en su página web www.alnef.org.za.
Naturalmente, esta África en resistencia es objeto de debate. La idea dominante actualmente entre los dirigentes nacionalistas africanos, la de unirse a las economías emergentes, ofrece a corto plazo una alternativa al consenso de Washington impuesto por el FMI desde hace varias décadas. Este ideal también le da un fuerte aldabonazo a la aspiración de una independencia y un progreso reales. Pero tiene sus límites: los retos en África, así como en el conjunto del Sur, no pueden ser enfrentados a largo plazo aplicando los principios del libre mercado que constituyen precisamente el núcleo de la política económica de las economías emergentes.27
Podemos preguntarnos también si algunos dirigentes nacionalistas africanos no están suscribiendo demasiados compromisos, por qué no insuflan más energía a la organización de un verdadero movimiento popular que pudiera vehicular aún mejor su proyecto, o por qué algunos movimientos políticos y sindicales de izquierda no consiguen tener un impacto decisivo en la vida política. Pero este debate sólo tiene sentido si uno se posiciona en el campo de la verdadera oposición a la agresividad creciente de los Estados Unidos y de la Unión Europea, sacando lecciones de la lucha por la independencia de África.
Tony Busselen (tony.busselen (at) gmail.com) es autor de Una historia popular del Congo, Aden, 2010. Es miembro del Departamento Internacional del Partido del Trabajo de Bélgica.
Notas
-
Delegación de asuntos estratégicos, Horizontes estratégicos, Ministerio de Defensa, 5 de agosto de 2013. ↩
-
Universidad de Texas, Austin, National Security Strategy 2013 ↩
-
El G7 reúne los países siguientes: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, Canadá e Italia. ↩
-
34 de los países más industrializados son miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). ↩
-
PNUD, Informe sobre el desarrollo humano 2013. El crecimiento del Sur: el progreso humano en un mundo diversificado. ↩
-
Erin Conway-Smith, « Obama en África: China 1, Estados Unidos 0 », The Global Post, 1 de julio de 2013. ↩
-
Ibíd. ↩
-
« La oportunidad para Obama de aumentar las inversiones estadounidenses en África », Bloomberg, 7 de julio de 2013. ↩
-
Deborah Brautigam, http://www.chinaafricarealstory.com. ↩
-
El imperialismo, fase superior del capitalismo [1916], cap. 7, Obras Completas, tomo 22, pág. 287. ↩
-
Conferencia de Naciones Unidas sobre el comercio y el desarrollo (UN Conference on Trade and Development, UNCTAD), El crecimiento de las inversiones extranjeras directas de los BRICS y África, 25 de marzo de 2013. ↩
-
« Recursos para las Infraestructuras: el papel de China en el nuevo panorama de los negocios de África », The China Analyst, septiembre de 2011. La segunda gráfica indica las inversiones directas al año. ↩
-
Raf Custers, Cazadores de materias primas, Investig’action y Couleur Livres, 2013, capítulo 7. ↩
-
Johanna Jannson, « El acuerdo Sicomines revisado: bancos chinos prudentes y empresas chinas que arriesgan », Review of African Political Economy, Roskilde University, Dinamarca, 1 de marzo de 2013, pág. 157. ↩
-
Jacob Zuma, « Zuma avisa a las grandes “empresas” coloniales », The Financial Times, 3 de marzo de 2013. ↩
-
Henri Mova Sakanyi, « China en África: gramática de un desplazamiento geopolítico », Dounia no 3, septiembre de 2010, págs. 117-118. ↩
-
Horizontes estratégicos, Ministerio de Defensa, 5 de agosto de 2013, págs. 212-214. ↩
-
Nick Turse, « Las gigantescas “pequeñas huellas” del Africom », TomDispatch.com, 5 de septiembre de 2013. El mapa reproducido aquí fue elaborado por Steven Struyf en base al de Turse. ↩
-
Nick Turse, « La naturaleza de la presencia militar estadounidense en África », TomDispatch.com, 26 de julio de 2012. ↩
-
Ministerio de Defensa francés, Operaciones y Fuerzas pre-posicionadas. Las cifras fueron tomadas el 25 de septiembre de 2013. ↩
-
« En el Burkina, el ejército francés se hace discreto », Jeune Afrique, 16 de mayo de 2012. ↩
-
Ludo Martens, Ché Guevara: Congo y África, Kinshasa, 23 de abril de 2005. ↩
-
La burguesía compradora es una burguesía intermediaria entre, de una parte, las empresas coloniales y neocoloniales del imperialismo, y de otra parte, el gobierno, el Estado y la economía de un país. Contrariamente a la burguesía nacional, vive como parásito desde sus posiciones en el aparato del Estado y no ha hecho una real contribución productiva a la economía local. ↩
-
Ludo Martens, La política de Leonid Brézhnev y la teoría del « social-imperialismo », 30 de abril de 2000, págs. 16-17. ↩
-
Ver Jihan El Tahri, Cuba, una odisea africana, reportaje, coproducción de ARTE Francia, Temps noir, Big Sister, ITVS, BBC, 2007. ↩
-
Mbelu Babanya Kabudi, Un liderazgo colectivo, responsable y visionario para la República Democrática del Congo, www.ingeta.com, 8 de abril de 2013. El mismo Mbelu hace referencia regularmente a Chávez, Michel Collon y Stiglitz. Pero ha escrito al mismo tiempo un elogio de Honoré Ngbanda, jefe de la seguridad de Mobutu y ha enumerado una decena de eminentes mobutistas susceptibles, según él, de hacer parte de una dirección colectiva que podría inspirarse de Chávez como alternativa al presidente Kabila. ↩
-
Partido Comunista de Sudáfrica (PCSA), La vía sudafricana al socialismo: Programa Político del XIII Congreso del PCSA 2012-2017, cap. 2, ¿Por qué Socialismo?, julio de 2012. Ver también Samir Amin, « La emergencia de los países emergentes del Sur frente a los retos de la globalización contemporánea », Études marxistes, no 99, julio-septiembre de 2012. ↩